Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 11:18
Trump vs OMS

Desde la más remota historia del planeta, grandes males han existido y azotado a todos los reinos de la naturaleza, causando zozobra, peligros, contaminación y muerte. Los cataclismos han sepultado geografías, especies animales y vegetales, y su acción demoledora ha modificado el planeta y la vida misma, dejando una estela maligna ante la cual no queda más que la resignación o como aconsejaba un cronista de 1600 enfrentado a la peste negra, lo único posible es: huyr luengo, lexos y largo tiempo; de lo contrario hay quienes sostienen, que debe aguzarse el ingenio para la superación de las consecuencias, posición que la sabiduría popular la resume en una frase atribuida al célebre Hipócrates: a grandes males, grandes remedios; adagio que se lo encuentra con el mismo sentido en todos los idiomas del mundo, aunque no de  manera textual. Solo por citar un ejemplo, en pleno Renacimiento, Erasmo de Róterdam sostenía: para un duro nudo, hay que buscar una herramienta dura.

En estos tiempos en que nos tocó vivir, anida en el espíritu de la humanidad enfrentar la crisis con esperanza y combatirla por todos los medios posibles. Para ello, en todas las latitudes se toman medidas, en algunos casos extremas, pero necesarias e imprescindibles, que afecten la vida social, política y económica de los particulares y del orden público interno e internacional.

Ante el mal global se pone énfasis especial al campo investigativo y científico, de ahí que los países más desarrollados del planeta  aunados en la Organización Mundial de Salud (OMS) deciden apoyar todos los esfuerzos posibles para: comprender la enfermedad, sus reservorios, transmisión y gravedad clínica, con el fin de combatirla, controlar el brote, reducir el número de muertes, así como también conocer el origen de mal, que no es cosa de dejarla en soslayo.  Como tampoco el hecho de encontrar un remedio que esté al alcance de todos y no solo de un sector determinado.

Ante esa decisión del organismo internacional, resulta inadmisible que el presidente de Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump, descalifique al organismo especializado de la ONU, reste su concurso a las iniciativas de tal institución y considere que el resto de la humanidad es marginal y desechable.