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Servidumbre que no mancha

Servidumbre que no mancha

En las postrimerías del siglo XIX, Bolivia hacía esfuerzos para integrarse a la revolución industrial e insertarse en el mercado internacional. No cabe duda, que uno de los pilares fundamentales de tal esfuerzo fue Don Aniceto Arze, quien asumió esa tarea titánica, como hace constar Condarco Morales, con precisión meridiana y comprobada, resaltando que  la energía creadora del magnate, que materializó en todos los ámbitos de su propósito. La construcción del ferrocarril que abría las puertas al mundo externo, para la exportación de minerales en gran escala fue el gran sueño anhelado y concretado.

En 1888 fue elegido Presidente de la República y su espíritu emprendedor no menguó de modo alguno en el ejercicio del cargo, de tal manera que la sabiduría popular lo motejó como:”Boliviano de Hierro”. Ese temple enérgico y audaz no fue atrabiliario, sino sometido al derecho y la justicia, de ahí que el 23 de noviembre de 1888, guardando todos los principios constitucionales y legales, se conformó la Corte Suprema, designando a los abogados Pantaleón Dalence, Saturnino Sanjinés, Rufino Vásquez, Melchor Terrazas, Rafael Peña, Belisario Boeto y Juan Crisóstomo Carrillo, como miembros natos del Tribunal Supremo.

Para no olvidarse nunca. Los designados a cumplir el juramento de administrar justicia y sometiéndose a la servidumbre que no causa mácula, como su presidente, el Dr. Dalence, desde que asumió por primera vez el cargo en 1871, había preconizado y cumplido, juraron sobre la Biblia y la CPE. Los designados, sin excepción alguna, constituían la flor y nata de profesionales abogados, juristas por excelencia, maestros del derecho, publicistas, jurisconsultos de talla, representantes epónimos de sus distritos.

Ejercieron ejemplarmente el cargo durante el tiempo determinado por ley y, por ello, pasaron a la historia, con mayúscula. Hoy sus nombres se eternizan en regiones, escuelas, libros, conclusiones jurisprudenciales, guías para una correcta administración de justicia, monumentos, sellos de correo, monedas. Su ejemplo es imperecedero y contrata con el servilismo y la decadencia moral de quienes ejercen tales cargos por el favor político como único requisito para el desempeño de la más noble de las funciones públicas.

TEXTUAL

"CUCHO" JORDÁN Q.

Abogado, docente e  historiador del Derecho

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