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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Regadores del desierto

Regadores del desierto

Los siete libros escritos por C. S. Lewis que se conocen como Crónicas de Narmia, junto a la saga el Señor de los Anillos de su amigo y colega Tolkien, constituyen la literatura fantástica actual más difundida en todo el planeta. Si algo tienen en común, es que se narra la proverbial e incesante lucha entre el bien y el mal, contienda en la que desde lo más remoto de la historia de la humanidad se halla enfrentada.

Lewis, antes de su muerte, fue entrevistado por un medio informativo y sostuvo que su vocación principal era la docencia y esta tenía como fin no cortar selvas, sino regar desiertos, para convertir los campos yermos en fructíferos oasis. Cuan exactas resultan las palabras del famosísimo escritor sobre la labor de los maestros, quienes a lo largo de los tiempos dejaron testimonio viviente de esa ímproba labor.

La semana pasada, en un solo día, dos reconocidos sembradores del conocimiento, la sabiduría y la paz, han dejado este mundo, entregando su alma a Dios, no sin antes y durante muchos años haber sembrado ciencia y conciencia, paz y esperanza. Ambos religiosos, jesuitas y maestros.

Miguel Manzanera fue artífice y fundador de la Universidad Católica Boliviana San Pablo de nuestra ciudad, ente que habiendo nacido con una facultad, la carrera de Filosofía, hoy es plena; por su iniciativa y dedicación, surgió el Instituto de Bioética con la finalidad de la defensa de la vida para enfrentar las posturas pseudo científicas vulneradoras de la dignidad e integridad de la persona humana. El padre Manzanera fue un reconocido columnista de prensa, sus artículos dominicales son referentes importantes del pensamiento católico. Militante tenaz para el reconocimiento y práctica de los derechos humanos. Su presencia y acción para encontrar solución a los conflictos sociales, fueron constantes y beneficiosos para la paz social.

Mateo Garau Pou, muy joven llegó de su patria España y ejerció el magisterio en el Colegio San Calixto de la ciudad de La Paz; enseñaba Historia Universal; más tarde, en el colegio San Ignacio impartió las materias de filosofía y religión. Se distinguía por su  timbre y sonoridad de voz, ameno, pleno de humor sano, solidario, amigo ejemplar y digno sacerdote; consejero espiritual, incursionó en el periodismo escrito y radial.

Quiso el destino unir y hacer coincidir su muerte. Ambos recibieron la despedida de este mundo en un solo acto funerario, una sola misa, una comunión común entre sus hermanos y el pueblo leal. No serán olvidados nunca.

TEXTUAL

"CUCHO" JORDÁN Q.

Abogado, docente e  historiador del Derecho

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