De Patmos a la sabana
De la antigua Venezuela: poderío petrolero y bonanza por doquier, baluarte de la democracia, receptora de los exiliados víctimas de las dictaduras que asolaban otras regiones, no queda nada. Todo se halla trastocado, hoy recibe el calificativo de país más pobre de América Latina. Según cálculos de organismos internacionales e instituciones de prestigio, entre ellas la Universidad Andrés Bello, 9 de cada 10 hogares venezolanos (un 96%) son pobres con diarios que no alcanzan a 0.72 dólares. La inflación sobrepasa los 3.500%.
Los resultados de la catástrofe económica se ve agravado por la pandemia del coronavirus, lo que ha motivado que ahora se hable en ese país con "virus del hambre". La causa de esta devastación es un régimen político inmerso en la irracionalidad y la delincuencia.
Juan, en isla de Patmos, lugar de su destierro, imaginó que un caballo blanco cabalgaba la llanura y escuchó una voz que decía: “Dos libras de trigo por un denario y seis libras de cebada por un denario, pero no dañes el aceite ni el vino”. Ni tal fértil imaginación pudo sospechar que siglos después, tanto aceite como vino desaparecerían del Estado bolivariano; en efecto, en un país en que el dólar se cotiza en 450.000 bolívares, los alimentos se hallan en caída libre, los precios del café, el aceite de soya, la harina para la tradicional arepa son prohibitivos, al igual ocurre con los huevos, leche en polvo.
Un ciudadano declaraba a un diario español: “ Hace dos o tres meses comprabas un kilo de carne en 200.000 bolívares, hoy cuesta de 1,6 a 2 millones". A esta situación se suman, vertiginosamente, enfermedades, carestía de los servicios básicos, inseguridad, delincuencia y es inminente la presencia del caballo pálido, que el visionario Apokaleta, al abrir el cuarto sello, detalló: “El que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades lo seguía: y les fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la tierra”.
Lo que viene ocurriendo en la tierra de Miranda y Bolívar es una desgracia que merece la atención del mundo entero. Más allá de circunstancias políticas, se impone una cruzada internacional humanitaria, que mitigue la desastrosa situación en la que se halla sumida su población.
TEXTUAL
"CUCHO" JORDÁN Q.
Abogado, docente e historiador del Derecho