Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 18 de abril de 2024
  • Actualizado 23:03

Nueva normalidad

Nueva normalidad

El término está en boca de todos y se lo repite sin cesar hasta los confines: Nueva normalidad. Desde el punto de vista lingüístico, estas palabras no dice mucho y algunos consideran como un oxímoron, argumentando que lo enraizado no puede ser novedoso, otros, argumentan que tales palabras ya fueron acuñadas décadas atrás con similar significación a la actual y para referirse a las consecuencias de las crisis de mercado acaecidos los años 90s. Sin embargo, en la actualidad y como consecuencia del impacto que causa el COVID-19 y sus coletazos catastróficos en todos los órdenes de la vida, parece no solo necesario sino también útil y preciso. 

No se pone en duda que los efectos de la pandemia estarán presentes en todos los actos de la futura vida, como también, y en consecuencia, nos hallamos sujetos a convivir con ellos y enfrentarlos. Cotidianamente comprobamos que la familia sopor- ta una crisis evidente, los impactos en los relacionamientos de pareja, los niños soportan las consecuencias de la crisis heredada por el mal que nos acecha y que bien sabemos sus efectos serán prolongados. En igual forma, la economía, política y todo quehacer se halla signado por el mal y, consecuentemente, ha trastocado el modus vivendi anterior. 

En el caso nuestro y de cara a las próximas elecciones nacionales, ya podemos visualizar esa nueva normalidad y sus efectos, en la que tanto electores como elegibles deben adecuar sus actos a las circunstancias, comenzando por lo más elemental que es cumplir con el derecho-obligación de depositar el voto en un ánfora, la que se halla ubicada en un recinto que no guarda las condiciones mínimas de bioseguridad. Ese simple hecho formal exige cambios de usos y costumbres que generaran nuevos modos y maneras de comportamiento, nuevas reglas que cumplir y mayores seguridades sanitarias que observar para evitar el contagio y sus consecuencias. 

Las condiciones económicas y sociales en los que se debate el país son por cierto calamitosas, y hasta el presente no existen propuestas que permitan visualizar el manejo eficiente de esta crisis y las formas y medios de encarar el futuro. Las diferentes corporaciones que se presentan en la disputa electoral también se hallan en crisis y en vez de soluciones surgen voces con evidentes tentaciones extremistas que solo crean ambiente de zozobra e inseguridad, tal el caso de Rafael Quispe que pro- clama a los cuatro vientos que en el su- puesto de ser Ministro de Gobierno entraría a patadas a la residencia mexicana para llevarse del cuello a la cárcel a personas refugiadas en ella. La antigua normalidad aún perdura.