Nuestro hombre en La Habana
Siguiendo la consabida costumbre de su antecesor, el presidente Luis Arce dejó las tareas sucias a su interino y se fue a cobijar bajo el manto cubano, bajo el pretexto de la realización del décimo séptimo aniversario de la XX Cumbre Alba-TPC; no fue con las manos vacías, sino con presentes que incluían toneladas de alimentos, restando a su propio pueblo lo que les pertenecía, así mismo, luego de las disculpas compungidas, prometió la restitución de cargos a aquellos agentes cubanos que salieron del país en tiempo del gobierno provisorio, pero sí constitucional y legítimo; aseguró que los 702 echados, de los cuales solo 205 eran médicos retornarían.
Los voluntarios cooperantes cobraban al Gobierno boliviano 1.032 dólares americanos, de los cuales ni siquiera el 30% les correspondía, puesto que su Gobierno se adjudicaba lo restante. Justicia socialista.
En la ausencia tan sentida, se procedía con la represión, esta vez contra los cívicos potosinos; mientras se continuaba vulnerando los derechos de otros, como la Dra. Jeanine Áñez; persiguiendo policías, encarcelando a militares. En la isla, mayor sede del paraíso perdido, se hacían planteamientos sesudos para encarar la pandemia universal, reiterando por millonésima vez los efectos del bloqueo contra la próspera revolución libertaria y las pretensiones hegemónicas del imperio. Con un toque coqueto se incluyó en la agenda aspectos relacionados con la crisis climática.
Cuba, Venezuela, Nicaragua, países en que la libertad y la democracia se hallan erradicadas, y Bolivia que pretende a pasos forzados llegar a la misma situación, constituyeron la élite de la Cumbre tan esperada.
Antigua y Barbuda, Dominica, Granada, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas; paradísiacas islas que en conjunto tienen una extensión superficial de 2.000 kilómetros y una densidad poblacional de casi 450.000 daban a la conferencia el matiz tropical que exigían las circunstancias.
Retornando a suelo nativo, nuestro hombre, que gozó de los placeres habaneros, se restituyó a sus funciones, dispuesto a proseguir con las labores que el jefe del partido le tenía asignadas.
TEXTUAL
"CUCHO" JORDÁN Q.
Abogado, docente e historiador del Derecho