Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Mentira y gobierno

Mentira y gobierno

La frase de  múltiples variantes en el transcurso de los años y las geografías: “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad” ;  no se sabe con exactitud cuándo, ni quien la pronuncio;  algunos atribuyen a Lenin, líder de la revolución bolchevique ser el autor ; otros, le endilgan a Joseph Goebbels,  ministro de Propaganda de la Alemania nazi , hay quienes, la remontan a la Grecia clásica. En cualquier caso el engaño falaz no es cosa muy novedosa, en el Génesis ya encontramos referencia a este pecado mortal. La mentira y simulación se la condena y exalta de diferentes modos, tal es el caso del bardo Joaquín Sabina que coralmente la exalta: “es mentira que nunca te he mentido, es mentira que no te mienta más; es mentira que un bulo repetido merezca ser verdad “

La mentira, tergiversación y falseamiento de la verdad, tiene como propósito engañar y como toda mendacidad genera profundas grietas, máxime si ellas son de orden público, en cuyo caso,  el entramado social sufre daños  de magnitud imprevisibles, heridas incurables.

La gestión anterior adoptó la mentira como substancia de gobierno, falseo de manera sistemática, descarada y constante en todos los ámbitos de su administración  desde el momento de la toma del poder, hasta su caída, , continúa con su mitomanía desde su refugio en tierras extranjeras y, lastimosamente sus seguidores, en vez de mitigar las falacias, las esgrimen como arma de conquista del poder. 

La gran mentira y engaño, sin ningún parangón en nuestra historia casi bi centenaria ,que quedará como lastre para las futuras generaciones, fue el desastre de La Haya, en la que la dignidad y el honor nacional fueron enlodados para siempre. La irresponsabilidad y la desvergüenza pre y post fallo, no pueden ser motivo de relativizaciones y menos aún de impunidad, menos aún, cuando ahora, Bolivia enfrenta otro fallo del mismo tribunal por el caso Silala, esta vez como demandado y ,sobre cuyo actuar, existen suficientes observaciones públicas, que hacen  suponer que, el gobierno renunciante, actuó con el mismo descaro, improvisación y fraudulentamente, repitiendo  su clásica impostura de gobernar bajo la cultura de la mentira repetida y reiterada sin límites ni pudor.