Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Idus de marzo

Idus de marzo

Por demás conocida es la frase dirigida por el vidente a Julio César; cuídate de los idus de marzo; lo que resultaba paradójico, puesto que ese mes se consideraba pleno de bienaventuranzas. Llegados los días, el emperador se trasladó al Senado, encontrándose a su paso con el adivino, a quien con una sonrisa en los labios, le recordó: los idus de marzo ya han llegado, escuchando como respuesta: Sí, pero aún no han acabado. Minutos después, César sucumbía cosido a puñaladas, dejando como legado que  la dignidad de la República era de mayor importancia que la vida.

Este mes llegó promisoriamente temprano en Bolivia con un proceso electoral de subnacionales límpido, una fiesta democrática con mucho que celebrar y muy poco de qué avergonzarse y lamentar. A poco los tiempos negros de la venganza proterva y negra, que embozadamente fue tejiéndose más allá de nuestras fronteras, llegaron ejecutores, cómplices y encubridores nativos, colmados de sed de venganza y carentes de todo pudor, levantaron sus túnicas, - o ponchos, es lo mismo- sacaron a relucir sus dagas de verdugos.

Nuevamente nuestra patria y sus instituciones son víctimas del terrorismo y la telaraña mal tejida, entre sus falacias está la búsqueda de justicia y legalidad. Los que otrora renunciaban al cargo con llanto en los ojos, arguyendo que lo hacían escuchando al pueblo y sus instituciones civiles, militares, policiales, educacionales y religiosas, hoy las sientan en la silla de los acusados.

El proceso amañado contra quienes legítimamente asumieron la responsabilidad de preservar el poder legal dentro los cánones permitidos por la Constitución, enloda a todos sus ejecutores, desde quien  asume el papel  triste y rebajado papel de querellante, hasta las autoridades de todos los niveles que guardan un silencio cómplice y complaciente.

Bolivia vive su hora triste, aterra pensar que se destruya la obra de creación del Mariscal;  las fuerzas del mal están en tal empeño, lo han estado siempre, han sembrado de cizaña y de abrojos el camino, sin darse cuenta que los pueblos forjados en la lucha y la libertad jamás arrían sus banderas, no se rinden, no se cansan.

TEXTUAL

"CUCHO" JORDÁN Q.

Abogado, docente e  historiador del Derecho

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