Todo comenzó como un idilio bien atemperado entre el nuevo presidente y aquel que en noviembre del 2019, luego de 13 años, 9 meses y 18 días, renunciará al ejercicio del poder. El vínculo de recíprocos afectos no fue otro que denominar a la fuga lacrimosa del exmandatario: golpe de Estado y, luego montar una tramoya judicial a la que se prestaron fiscales y magistrados hasta lograr el  encarcelamiento ilegal e ilegítimo de la exmandataria constitucional. En agosto de este año, en actuación pública y multitudinaria integrada por funcionarios y servidores públicos, el presidente Arce proclamaría que sobre su cadáver se admitiría un nuevo golpe. El acuerdo se hallaba cumplido.

Los romances en política son poco duraderos, más bien, infortunadamente frecuentes y arteros. Las ondas de la radio Kausachun Coca fueron portadoras de las desavenencias entre  el presidente de las Seis Federaciones del Trópico  y el Gobierno en ejercicio al denunciar, el primero, la existencia de un “plan negro” planificado por la  escuela de inteligencia de las Fuerzas Armadas con la finalidad de sembrar desprestigio a su persona y algunos de sus leales compañeros: “eso no se puede entender”, sentenciaba. Días después, fueron involucrados en el acto tenebroso el Ministro de Gobierno, inculpándolo en el robo de sus celulares y poseedor de la batuta para llevar adelante y con aviesas intenciones el complot; de ahí en adelante la función continúa contra pititas infiltrados y consecuentes seguidores del ex, quien haciendo uso de bienes del Estado prosigue con su invectiva.

El Presidente en ejercicio guarda silencio, salvo si se involucra a su familia, que es cuando le recuerda, a su actual oponente, la sacralidad del vínculo; mientras prosigue a demostrar que la economía boliviana es próspera y envidiable, no faltando voces que le recuerdan que en país se subvenciona rubros muy importantes, o que, que la deuda interna alcanza niveles de peligrosidad. Organismos  internacionales le sugieren la  toma de medidas inmediatas, entre otras , recortes drásticos y adecuación del valor cambiario del dólar americano.

A todo esto, surge un alineamiento de sectores evistas y arcesistas que se estrellan entre sí, vaciando todo su arsenal en recíprocas acusaciones que la ciudadanía en general tome partido o enarbole bandera alguna y su actuar se limite a ver desojar  margaritas  ajenas.

TEXTUAL

"Cucho" Jordán Q.

Abogado, docente e  historiador del Derecho

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