Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 21:48
En el principio fue Andrómaca. Esta heroína épica  singular y troyana, según el ciego Homero, estuvo casada con Héctor, llamado también: domador de caballos, quien, durante la guerra con los aqueos, fue muerto por Aquiles, el del talón vulnerable; para colmo, los malos despeñaron a  su pequeño hijo Astianacte por un acantilado. Según la leyenda, el niño resucitó y se convirtió en un gobernante con mucho poder, mientras tanto Andrómaca, sometida a esclavitud  procreó  otros tres hijos,  quienes, gracias a las enseñanzas maternas , les permitió,  que cada cual haga su propia gloria. Tiempo después, griegos y romanos masculinizaron el nombre  atribuyendo altas dotes de virilidad a quien lo postentara. El nominativo varonil: Andrómico se extendió en la faz de la Tierra, incluyendo las ubérrimas tierras chapareñas, donde nació un niño que daría mucho que hablar en las Seis Federaciones del Trópico, quien  desde muy joven receptó las sabias enseñanzas de su líder y timonel, naturalmente,  receptó e hizo suyas la lógica absoluta e irrebatible de sus principios, entre los que se encontraban aquellos que  sostenían que el consumo de pollo producía  calvicie o que los relojes deben ser descolonizados y, por tanto, las horas deben ser invertidas; o la enseñanzas de la historia patria, cuando nuestros ejércitos nativos  derrotaron sin piedad al imperio romano. Andrómico, en su meteórica carrera política, aplicando tales aseveraciones de lógica irrebatible,  llegó a sitiales respetables, negando  la existencia de la pandemia o que los tumultos de quienes reclaman reivindicaciones están exentas de contagio y, por tanto, liberadas de cualquier protocolo de sanidad como el uso de barbijos o el distanciamiento que el gobierno golpista exige a los ciudadanos. Propulsor de elecciones inmediatas, propone bloqueos legítimos y apoya al auto convocado de K’ara K’ara, marchas de protesta, huelgas escalonadas o guerra civil. Según el discípulo amado, quien se atreva a negar tales principios razonables, en vez de ser llamado mentiroso, mendaz o  falso, será merecedor de ser llamado estólido, grave adjetivo calificativo, que su etimología precisa, según enseña el famoso diccionario etimológico de Corominas, significa: grave, pesado, rígido como las rocas. V.G. el actual Ministro de Gobierno.

"CUCHO" JORDÁN Q.

Abogado, docente e  historiador del Derecho

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