Opinión Bolivia

  • Diario Digital | domingo, 28 de mayo de 2023
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Disculpa papal

Disculpa papal

La literatura y los films cinematográficos canadienses, desde hace algunas décadas atrás, nos narraban las vicisitudes de sus pueblos indígenas y en forma particular de la juventud y la niñez nativa, sometida, oficialmente, a un programa reeducativo, con la finalidad, que olvidando sus tradiciones, religión, idioma, cosmovisión y costumbres ancestrales, asuman la cultura anglo o franco propia de los conquistadores. Para ello, el gobierno de ese país, desde 1831, determinó la creación de las llamadas escuelas residenciales, las mismas que estarían bajo la égida de instituciones religiosas diversas: católicas, luteranas, presbiterianas y otras más, todas cristianas.

Los niños nativos desde su más temprana edad,  tres años, eran llevados a tales centros por las fuerzas represivas armadas y depositados en manos de religiosos con poder omnímodo, quienes usaron todos los medios para modelar la mente humana para su incorporación a la cultura euro canadiense. Llamaron a ello con el eufemismo de “asimilación agresiva” y los trataron cual si fuesen bestias salvajes a quienes se debía domar.

Como testimonio del abuso que fueron sufriendo las víctimas, empezaron a surgir evidencias de tal brutalidad: cementerios clandestinos, tumbas innominadas, restos humanos con evidentes signos de violencia. Los gobernantes de este emporio político económico, decidieron poner fin a la política segregacionista. Cuatro años antes que finalizara el siglo XX, se dejaron sin efecto y funcionamiento las escuelas residenciales y en el actual siglo, el primer ministro  Justin Trudeau pidió disculpas  “de forma humilde” por los daños ocasionados.

En su reciente visita, el Papa Francisco, en lo que el mismo llamó “peregrinación penitencial”, visitó la principal iglesia nativa y pidió perdón a los pueblos víctimas de la política de asimilación forzosa y en particular a los niños que insertados en las escuelas forzosamente sufrieron el sin fin de: "Nada puede borrar la violación de la dignidad, los males sufridos y la confianza traicionada. Y tampoco debe borrarse nunca la vergüenza de nosotros, los cristianos. Sin embargo, es necesario volver a empezar".

No es esta la primera vez que el Papa se disculpa ante quienes sufrieron y sufren diferentes formas de la exclusión, persecución y violencia. Con tal actitud, la Iglesia puede ser considerada nuevamente refugio de los desesperados y consuelo de los afligidos. Pidiendo perdón y aceptando se ennoblecen víctimas y victimarios.

TEXTUAL

"Cucho" Jordán Q.

Abogado, docente e  historiador del Derecho

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