Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 18:19

Contrabandeando

Contrabandeando

Bolivia, enclavada en el centro de este continente, se halla rodeada de países vecinos fronterizos: Chile, Argentina, Paraguay, Brasil y Perú; 6.918 kilómetros de superficie contigua sobre los cuales se yerguen poblados, ciudades, municipios como Charana, Villazón y Yacuiba; Ibibobo, Puerto Pizarro, Desaguadero, Guaqui, que hacen parte de nuestra heredad e historia.

Estas geografías distantes poseen un común denominador: comercialización de mercaderías de toda especie, punto de ingreso del contrabando, actividad ilícita de múltiple espectro y que atenta contra el Estado y la administración pública, por una parte, y por otra, va en  desmedro de los bienes e intereses de los particulares. En su comisión, se ven incursos, por igual, tanto funcionarios estatales como individuos particulares, afectando con ese accionar a la sociedad en su conjunto.

El Estado, por tal actividad delictual, deja de percibir ingentes cantidades de recursos, tanto por concepto de evasión de tributos como por impuestos impagos, los cuales, bien administrados, paliarían las deficiencias en áreas trascendentales como educación y salud, principalmente. Este ilícito corrompe a los administradores públicos, genera ganancias inicuas, fortunas mal habidas.

En el sector privado, los daños que ocasiona son devastadores, impide el desarrollo y fortalecimiento de la iniciativa particular, anula la libre empresa y desplaza la inversión productiva: columna vertebral de la economía.

Dada su dimensión, extensión, reiteración y constancia, este delito ha encontrado medios y maneras de aceptación social, al punto tal que se considera práctica aceptada, tolerada y justificada en diferentes ámbitos. El Estado, a través de sus gobernantes, encargados de reprimir, combatir y sancionar esta lacra, se da maneras de legalizar la actividad como ser: prescripción de la acción o del delito, o periódicos perdonazos, todo ello a fin de cautivar votos o apoyos espurios.

En la sociedad civil, el encubrimiento y la aceptación a esta actividad

se manifiesta de diversas maneras y encuentra tácitos aliados en diversos sectores que legalizan y encubren lo mal habido. Una variada gama de actividades se hallan teñidas del color del contrabando, sean estas sociales, folclóricas, religiosas, bancarias profesionales o de cualquier otra índole.

Dos hechos recientes muestran la tolerancia y aceptación a este delito: por un lado, la realización de una feria en la que se comercializaba productos de contrabando, encuentro que contó con presencia masiva de interesados en adquirirlos. La otra demostración, esta vez con caracteres de violencia, guarda relación con los ataques sufridos por autoridades encargadas de su erradicación, situación que puso en peligro la vida de los funcionarios y bienes institucionales, todo ello realizado por bandas organizadas, a las que cierto sector ciudadano se sumó complacido y colaborador.

TEXTUAL

"Cucho" Jordán Q.

Abogado, docente e  historiador del Derecho

[email protected]