Confesión de parte…
Nuestros políticos de antaño solían decir: En Bolivia nada hay más definitivo que lo provisional, frase sin mayor originalidad, puesto que existen equivalencias similares por doquier; esgrimiendo tal locución se justificaba la toma de decisiones arbitrarias e ilegales. En el pasado muy inmediato, bajo la divisa: si es ilegal lo meto nomás; la designación de altas autoridades se realizaba bajo las siglas a. i, ejerciendo sus funciones, el eventual, ad infinitum, es decir hasta la huida de sus líderes a tierras extranjeras, propicias al encubrimiento.
En la actualidad, el partido político que respaldó al desgobierno toma al dedillo la frase, imaginando que el gobierno provisorio actual - que enfrenta la crisis heredada del pasado y una pandemia universal- pretende perpetuarse en al mando. Ante tal supuesto, no tiene otra ocurrencia que elaborar un plan que impida la imaginaria prolongación, dictando una ley que no se ajusta a la normatividad vigente; prescinde determinaciones establecidas por el TSE y, lo que es peor aún, ignorando una situación real y evidente en la que la salud, seguridad y la vida misma del pueblo en su conjunto, merece prioritaria y preferente atención.
La razón del comportamiento y acción de los legisladores del MAS se resume en lo expresado desbocadamente por la diputada Yañique: “me ha avisado el hermano Catacora que las cosas están mal”; no obstante la omisión del primer apellido del fraterno, se entiende que la preferencia electoral por el candidato, se hace añicos día que transcurre.
Si bien existen medios jurídicos constitucionales para enmendar los errores legales que contiene la precipitada ley corta, lo que es verdaderamente peligroso e inocultable son las acciones vandálicas que acompañan a la actividad legislativa, desde la conducta reprochable y vergonzosa de ciertos diputados, hasta la violencia extrema asumida por los militantes del partido mencionado. Los hechos que vienen sucediéndose en diferentes sitios, no pueden ser subvalorados, más parecen pico de un iceberg, pronto a dañar la nave del Estado. La peligrosidad que entraña las actitudes de los grupos mencionados, van precedidas de instrucciones y arengas que se transmiten desde una cómoda y elegante residencia bonaerense.