Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Confesión de parte…

Confesión de parte…

Nuestros políticos de antaño solían decir: En Bolivia nada hay más definitivo que lo provisional, frase sin mayor originalidad, puesto que existen equivalencias similares por doquier; esgrimiendo tal locución se justificaba la toma de decisiones arbitrarias e ilegales. En el pasado muy inmediato, bajo la divisa: si  es ilegal lo meto nomás;  la designación de altas autoridades se realizaba bajo las siglas a. i, ejerciendo sus funciones, el eventual, ad infinitum, es decir hasta la huida  de sus líderes  a tierras extranjeras, propicias al encubrimiento.

En la actualidad, el partido político que respaldó  al desgobierno toma al dedillo la frase, imaginando  que el gobierno provisorio actual - que enfrenta la crisis heredada del pasado  y una pandemia universal- pretende  perpetuarse en al mando. Ante tal supuesto, no tiene otra ocurrencia que elaborar un plan que impida  la imaginaria prolongación, dictando una ley que no se ajusta a la normatividad vigente; prescinde  determinaciones establecidas por el TSE y, lo que es peor aún, ignorando una situación real y evidente en la que la salud, seguridad y la vida misma del pueblo en su conjunto, merece prioritaria y preferente atención.

La razón del comportamiento y acción de los legisladores del MAS se resume en lo expresado  desbocadamente  por la diputada Yañique: “me ha avisado el hermano Catacora que las cosas están mal”; no obstante la omisión del primer apellido del fraterno, se entiende que la preferencia electoral por el candidato, se hace añicos día que  transcurre.

Si bien existen medios jurídicos constitucionales para enmendar los errores legales que contiene la precipitada ley corta, lo que es verdaderamente peligroso e inocultable son las acciones vandálicas que acompañan a la actividad legislativa, desde  la conducta reprochable y vergonzosa de ciertos diputados, hasta la violencia extrema asumida por los militantes del partido mencionado. Los hechos que vienen sucediéndose en diferentes sitios, no pueden ser subvalorados, más parecen pico de un iceberg, pronto a dañar la nave del Estado. La peligrosidad que entraña las actitudes de los grupos mencionados, van precedidas de instrucciones y arengas  que se transmiten desde una cómoda y elegante residencia bonaerense.