Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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Es mi amigo desde siempre y no tan solo mío, lo fue de mis padres, mis hermanos; la misma atadura lo une a mis hijos, quienes no lo llaman tío, sino Ramón, como debe ser. Se trata entonces de una antigua atadura y una ligazón que no tiene trazas ni razones para quebrarse, al contrario, sobradas razones para un anudo perenne, sin necesidad de encuentros o desencuentros, llanamente.

Antigua y gloriosa estirpe que ostenta mi amigo, conocí  y quise a su Madre Coraje, a  Sixto su padre, al que siempre me imaginé un soldado de caballería, aunque en realidad era de Sanidad;  viejo roble que murió visitando al hijo en el exilio y cuyas cenizas, en magistral hazaña, el vástago las hizo descansar en tierras propias, sombreadas por sauces.

He imaginado siempre que mi carnal, posee el alma del violinista en el tejado, presto a subirse a las cumbreras  de su Quinta de Beethoven, desafiando la gravedad, gritando su verdad:  Homo sum, nihil humania me alienum puto", (todo lo humano no me es indiferente) y que, el Ojo de Vidrio, la asumió como divisa en la primera página de su tesis de grado. Tal modelo su existencia por siempre. Como Tevye, la única pobreza que posee es la del dinero, por lo demás, cuenta con un patrimonio inmenso que sus dignos descendientes lo conservarán intacto. Es un hombre con amaneceres y anocheres regados en el camino.

Campeón del buen humor y la buena mesa, cultor del ingenio y la picardía, no lo es menos en la cultura, la creación literaria, la cátedra universitaria, sus columnas de opinión y un sinfín de actividades y desempeños.

Este públicamente anuncia su jubilación y su retiro a los cuarteles de invierno, hecho que nadie cree, ni el mismo, porque el señorío, la inquietud intelectual, el amor exacerbado a las artes y letras, no admite cesantías. Morirá con las botas puestas, a lo Errol Flynn,  no sin antes ensartarse en dura disputa con la Natita, jugando rayuela, como ya previó con antelación en su obra fundacional. Puede, en esa lid,  ganar el hombre y no la guadaña, en todo caso exigirá un empate para continuar la reyerta en otros confines, con nuevos árbitros, sin cesar en el empeño, hasta alcanzar las estrellas.

TEXTUAL

"CUCHO" JORDÁN Q.

Abogado, docente e  historiador del Derecho

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