Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Ser abuelo y bisabuelo

Ser abuelo y bisabuelo
Debo indicar que este artículo solo lo entendarán aquellos que tuvieron la dicha de tener nietos y, lo más bello, bisnietos. Así que si usted no tuvo esa dicha que Dios nos regaló, no entenderá mucho de esta nota y seguro dirá está chochando, pero solo dirá hasta el día que sea abuelo, más si es bisabuelo.
Cuando nacen, uno recién se da cuenta que a los nietos y bisnietos les dimos algo que a los hijos no les dimos: más paciencia, hacer lo que ellos nos obliguen a realizar algo que con los hijos nos parecía una tontera; con ellos, parece que nos honraron pidiéndonos que hagamos  lo que ellos quieren, como que contemos un cuento para que duerman y a veces hasta dos, y quedamos dormimos nosotros antes que ellos.
Yo, como varios de mis amigos de mi época, tuvimos la suerte de conocer a nuestros bisnietos. En mi caso, mis nietos Andreita, Andresito, Pattita y Stefanny me dieron una gran inyección para seguir viviendo y ser útil; tuve la suerte que todos ellos, que los vi aprendiendo a leer, hoy sean grandes profesionales y orgullo de su abuelo y abuela, que en paz descanse y quien los adoraba en vida.
Ellos crecieron como los hijos y se fueron a otros lugares y a otra forma de vida. Quedamos tristes, los despedimos sonriendo, pero con el corazón partido, porque no sabíamos cuándo los volveríamos a ver. Pero de golpe volvió la alegría, esta vez, llegaron la doble alegría: los bisnietos Juli y Andresito,  que su bisabuela no los llegó a conocer. Estos que pensé que me agarrarían cansado, fue todo lo contrario; me dieron tanta alegría con su viveza y su alegría, que pensé que volví a mis 25 años (tengo 85) y con ellos me volví casi niño otra vez. Jugamos con juguetes, que cuando me doy cuenta ni yo puedo entender.
No saben la alegría que uno siente cuando por primera vez dicen “abuelito “ o cuando ves lo que escribieron solos o dibujaron. No se compara ni con el mejor cuadro del mundo y solo dices “lo hizo mi bisnieto” y te hinchas de orgullo, como si te hubiesen dado el premio Nobel. Lo es más cuando por primera vez te llaman por teléfono y crees estar recibiendo melodías y palabras más bellas.
Dejarlos en su primer día de clases a mis nietos fue duro, pero a mis bisnietos me partió el alma, porque esas horas no los veré. Sé que es egoísmo, seguramente dirán los que no tienen esa descendencia de estos angelitos. Debo reconocer que es así; cuando los vas a recoger y corren a tus brazo, da una alegría como si el mundo estaría a tus pies, y te derrites más cuando el profesor te dices que ellos son unos grandes estudiantes.
La vida me dio muchas satisfacciones y agradezco a Dios. Nada se compara con haber conocido a mis nietos y bisnietos. Gracias Señor por darme esta alegría.

CONSTANTINO KLARIC F.
Asesor aeronáutico
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