Esta vez, estimados lectores, escribiré sobre un tema que se refiere al valor de la juventud y sus acciones. A ustedes que leen mi columna sobre temas aeronáuticos, que los publico en este prestigioso medio de comunicación, por más de 20 años, les digo que lo seguiré haciendo porque muchos seguidores me lo pidieron.

Lo que me tocó ver estos días es digno de comentar, no solo en nuestro país, en particular, sino también en Honduras, Chile, Colombia y Panamá, naciones donde los jóvenes están demostrando que la juventud despertó de la realidad que vive el mundo, y particularmente en América Latina.

Pero, en especial, la realidad que se vive en nuestro país, y particularmente en Chile, donde realizan grandes manifestaciones reclamando un mundo mejor para ellos y para los mayores. Elevaron su grito, realizando movilizaciones, agrupando a miles de jóvenes, algo que jamás se vio antes.

Son jóvenes que no pasan de los 22 años, pero que están decididos a permanecer firmes hasta que sean escuchados, sin otra arma más que la verdad y la realidad de la desigualdad en la que vive el mundo hoy.

Me sorprendió (y por eso decidí hacer esta nota) lo que dijo una dama de 18 años, cuando le preguntaron si no tenía miedo que algo le pasara en estas manifestaciones. Ella dio una respuesta que me caló profundamente, cuando argumentó que, a pesar de su juventud: “No me preocupa la muerte ni le tengo miedo, le tengo miedo a la vejez”.

Esta declaración sacudió seguramente a muchos, porque, en honor a la verdad, es cada vez más difícil que existan familiares que quieran cuidar a sus abuelos, menos si estos no cuentan con dinero o una jubilación digna para pasar sus últimos días, después de haber dado gran parte de su vida trabajando con el fin de educar a sus hijos y sostener a su familia y pagando impuestos para llevar adelante al país.

Por eso digo que es justo el reclamo que increíblemente ahora hacen por los mayores la juventud, lo cual es digno de destacar. Ver lo que hacen estos jóvenes nos da la esperanza de que nuestros futuros gobernantes tendrán una gran sensibilidad y respeto para sus mayores, demostrando que ellos no quieren vivir solo de esperanzas y promesas de gobiernos que solo se aprovecharon de sus reclamos sin ningún tinte político.