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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Un negocio redondo

Un negocio redondo

Hace muchos años en una hermosa y creciente ciudad, un ambicioso emprendedor decidió abrir una empresa inmobiliaria. Había visto una  oportunidad de hacer negocios a través de la venta de suelo. 

Hasta ahí la historia no parece tener nada extraordinario: todos los días se compran y venden terrenos, departamentos, casas y hasta mansiones de acuerdo a la oferta y demanda que exista. Antes, las transacciones se realizaban directamente entre el propietario y el comprador; pero al ir creciendo la demanda no tardaron en aparecer los intermediarios dispuestos a interponer sus oficios entre las partes interesadas cobrando una comisión o comprando inmuebles esperando luego venderlos a mejor precio en el mercado.  

Así, la empresa del personaje de nuestra historia, se ocupaba hábilmente de comprar terrenos en zonas alejadas de la ciudad o no tan alejadas pero con dificultades de acceso y con escasos servicios, es decir en lugares donde  no existía mucha demanda y los precios eran bajos. Pero no por mucho tiempo, porque esta empresa no era igual a las demás.

Al poco tiempo, y no después de años de largas peregrinaciones vecinales, como suele suceder normalmente, las vías de tierra empezaban a ser empedradas o asfaltadas, se instalaban redes de servicios y se construían plazas, parques y levantaban equipamientos públicos, con recursos municipales. Eso tampoco parece tener nada de extraordinario, salvo la celeridad con que todo ocurrió. 

Los terrenos o propiedades de los que hablamos inicialmente incrementaron exponencialmente su valor. Se compró barato y se vendió caro, alguien se hizo muy pero muy rico con este negocio: el alcalde. 

Si, querido lector, fue el alcalde, porque el dueño de la inmobiliaria era él y aprovechando su cargo utilizó recursos públicos para obtener ventajas y beneficios para sí mismo. 

La empresa inmobiliaria era Marevi, siglas que corresponden al nombre del alcalde en cuestión: Manfred Reyes Villa y lo que hizo no debe olvidarse. 

No todos los alcaldes son dueños de inmobiliarias pero muchos,  la mayoría, utilizan la gestión municipal para “intercambiar” favores beneficiando con inversión pública intereses o negocios estrictamente particulares.