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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Mujeres en tiempos de COVID

Mujeres en tiempos de COVID

Mayor desigualdad y pobreza se presentan como los desafíos inmediatos  a enfrentar fruto de la pandemia. Teniendo presente que pueblos indígenas, niños, población adulta mayor, cuentapropistas están entre los segmentos de la población más afectada, quisiera hacer algunas consideraciones sobre la necesidad de políticas y acciones, principalmente desde el nivel local, a partir de un abordaje con enfoque de género, es decir de la consideración de las diferencias y desigualdades estructurales que no se han desmontado en décadas.

En el espacio familiar, somos conscientes del evidente recrudecimiento de violencia hacia mujeres, niños y niñas  durante  la cuarentena. La Fiscalía reportó entre el 22 de marzo  y 3 de mayo 1.743 denuncias contempladas en la Ley N° 348.

Durante este periodo, también se incrementaron las tareas domésticas y de cuidado, mucho más en hogares con  hijas o hijos pequeños, personas con discapacidad, enfermas o de la tercera edad, evidenciando la asimetría aún existente en  la distribución de estas labores.

Pero la crisis no se manifiesta solamente con violencia o recarga de trabajo no remunerado en el ámbito privado, sino también en el espacio  laboral público, donde han logrado insertarse paulatinamente en estos años. Por  ejemplo, las  trabajadoras (asalariadas) del hogar  que son el 1,7% de la población ocupada sufrieron despidos, tuvieron que tomar vacaciones forzadas o se vieron obligadas a trabajar más horas a causa del encierro.

Según  el censo 2012, casi 34% de las familias dependen de una mujer como jefa de hogar y la Fundación Jubileo  nos alerta que 8 de cada 10 personas en el sector comercio informal son mujeres  y son uno de los  grupos más afectados económicamente en estos meses, mientras que en el sector formal privado la desigualdad se manifiesta en brechas salariales que favorecen a los varones desde un 8 hasta un 65% por encima de los ingresos de las trabajadoras.

El panorama es desolador si además sumamos a la crisis sanitaria y económica la disminución de presupuestos locales  por  la caída de precios del petróleo y que sobre el uso de estos recursos, de por sí escasos,  se  asoma  diariamente el fantasma de la corrupción.