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  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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Se descubrió el pastel

Se descubrió el pastel

Qué pena que Pica esté muerto y no pueda ver cómo se descubrió el pastel, lo único que espero es que haya vivido con miedo hasta el último día de su vida, y que ese, aunque ínfimo castigo, comparado al daño ocasionado, haya sido su infierno.  

Creo que tenía miedo, porque en su diario escribía que tenía pesadillas en las que “se descubría el pastel”, también lo creo porque le encargó a su pareja antes de morir, hacerse de cualquier modo de la computadora para evitar que sus confesiones cayeran en otra manos, porque temía que se conocieran sus secretos, que se publicaran, como al final pasó.  

Pero su cómplice, quizás buscando a su turno su propio cómplice en el silencio, lo copió todo y lo mandó al hermano en España, donde se imprimió y aguardó entre el polvo de una bodega hasta que un sobrino lo encontró, lo leyó y decidió que lo correcto era denunciarlo. A esa persona valiente, que ha quedado marginal en todo este escándalo y que seguro enfrenta el reproche o condena familiar por no sumarse al pacto de silencio, le debemos saber la verdad y haberle dado una oportunidad a las víctimas para soñar con alguna forma de justicia. A Fernando Pedrajas, le debemos gratitud. 

En este drama hay de todo: un héroe casi anónimo, un villano, sus cómplices, abogadas  y voceros ágiles en hacer el control de daños para lavarle la cara a la institución, hasta procuradores figurettis hacen su aparición.

Ojalá no caigamos en su juego. Hay que recordar que los que ahora piden disculpas fueron cómplices aunque, en el colmo del cinismo, en su conferencia de prensa les faltó llorar y declararse víctimas también. No hay que olvidar que antes de que El País hiciera la denuncia, el sobrino contactó a varios de ellos y se lavaron las manos. 

Pica está bien muerto y ojalá nunca se haga una película como la que se atrevió a soñar comparándose con el padre Amaro; pero sí sería bueno que se haga un documental sobre el encubrimiento sistemático del que él y sacerdotes como el sistemático gozan de parte de sus congregaciones y de la Iglesia, en España y América. 

Pica era un depredador, un lobo cuidando ovejas, lo sabían, lo ocultaron y dejaron a los niños a su merced. Son muchos los que tienen que pagar por eso. 

ABAJO Y A LA IZQUIERDA

CECILIA CHACÓN R.

Feminista y exconcejala por la ciudad de La Paz

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