Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Chaparina en impunidad

Chaparina en impunidad

“Ha pasado casi un año desde la represión vergonzosa en Chaparina, de aquel día de violencia cometida contra mujeres, niños y todo lo que allí sucedió permanece en la impunidad”, es lo que escribía en septiembre de 2012  y hoy ocho años más tarde la injusticia continúa y la violencia gubernamental -de todos los niveles- se  ensaña con las defensoras y defensores de la naturaleza 

El ideario  de cambio inspirado en la vida armónica con la Pachamama como proclaman los pueblos indígenas  ha quedado reservado para las intervenciones presidenciales  en foros internacionales donde tan solo los más cándidos y  menos informados podrían creerlo.

Hace unos días  precisamente durante la Asamblea General de Naciones Unidas, Evo daba un discurso denunciando al sistema capitalista y el modelo de mercado que “mercantiliza todo”,  afirmando que el Gobierno actuó con rapidez y eficiencia mientras en Bolivia la Pachamama muere por su negativa a declarar desastre nacional, lo que viabilizaría la ayuda internacional para contener los incendios  que minuto a minuto desde aproximadamente dos meses afectan las principales  áreas protegidas del país,  dando como resultado millones de árboles, animales e insectos calcinados y centenares de indígenas y campesinos desplazados.

Su negativa confirma la responsabilidad gubernamental por autorizar desmontes mediante “incendios controlados” para ampliar la frontera agrícola destinada a la producción de biocombustibles, transgénicos, exportación de carne y otras medidas depredadoras de la naturaleza, respaldadas por la actual gestión. 

El Gobierno subestima a la gente y por eso Chaparina quedó en la impunidad, marcando un punto de inflexión sin retorno para el MAS. Hoy creen que también podrán superar el impacto de los incendios en la elección. 

El Presidente que fuera declarado, hace años “Defensor Mundial de la Madre Tierra” por el secretario general de Naciones Unidas Miguel D’Escoto, congrega cada vez menos audiencia y acumula críticas por su impostura, al final no entendió  que  la política no se reduce a  tener poder y gobernar, sino a la forma de vivir:  es ser coherente con lo que piensas,  lo que sientes, lo que callas, lo que dices y, sobre todo, lo que haces.