Bolivia: la experiencia de ser mujer
Hace dos semanas, compartía mi preocupación por estar entrando a un escenario de pugna entre dos grupos de poder, que camuflan sus verdaderos intereses tras palabras como democracia, paz, dictadura, golpe, etc. mientras utilizan a las personas como carne de cañón para sus fines.
Estos días alguien dijo que vivimos, frente a la comunidad internacional, algo similar a la experiencia de ser mujer, al denunciar y que no nos crean; pero no fue lo único, porque aún sufrimos la venganza del macho; ese que no acepta un no por respuesta, ese que insiste e insiste a ver si quiebra por agotamiento nuestra voluntad, el mismo cuyo ego le hace creer que es nuestro salvador y que sin él estamos perdidos; y que si no cedemos a sus súplicas o amenazas, se siente con el derecho a destruirnos, el clásico: si no estás conmigo, no estás con nadie.
Por eso vivimos días de miedo y hasta de terror, que provocaron que la ciudadanía exija la presencia militar y policial para “resguardar el orden y la seguridad”. Evo obtuvo lo que quería no solo con la escalada de violencia que produjo más de 30 muertos, sino con la promulgación del decreto supremo No 4078 que vulnera los estándares internacionales de derechos humanos, al pretender eximir de responsabilidad penal por sus acciones a las fuerzas armadas. Instrumento que, además de inservible para ese fin, solo revela la intencionalidad de este Gobierno “transitorio”.
En esa pelea, se ha deshumanizado por completo a las víctimas que solo cuentan para intentar poner a la opinión pública de un lado o del otro, el primero transfiriendo la responsabilidad al Gobierno y este apresurándose a retrucar, insinuando que las muertes fueron producidas por “fuego amigo”. Mientras no haya una investigación imparcial, no lo sabremos; pero para ellos poco importan los hechos, lo importante es apelar al miedo para justificarse o al dolor para sostener una movilización.
Cuánto más violenta y profunda la crisis, más aprovecharán ellos para aparecer como la única alternativa que le queda al país. Nos quieren forzar a elegir un bando, optar entre un terror u otro, es una trampa. Bolivia tiene que darse cuenta que está en ella salvarse a sí misma.