Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
  • Actualizado 00:00

Transporte bioseguro para la economía

Transporte bioseguro para la economía

La economía sin transporte no funciona. Esto incluye al transporte de pasajeros. Dada la crisis que generó la primera ola de la COVID-19, las actividades económicas en el país no pueden permitirse la paralización. Los gobiernos deben garantizar condiciones de bioseguridad en el transporte de pasajeros para que la economía no se detenga en la segunda ola de la pandemia, a la que Bolivia y el mundo ingresan. Pretender simplemente reconfinar a la gente sería una salida poco ingeniosa y holgazana, además de irresponsable con la sobrevivencia de la población.

La regulación (control) del transporte está a cargo de las tres escalas de gobierno del país (CPE, arts. 298.II.32, 300.I.9 y 302.I.18). Según sus competencias, cada cual tiene, por tanto, la responsabilidad de encontrar alternativas y medidas de transporte bioseguro para los pasajeros, considerando que el transporte público —según estudios (INS Colombia, 202)— es el segundo espacio más riesgoso que hay para el contagio del coronavirus (el primero son los hospitales). En el caso del transporte local, la alternativa biosegura es el particular; la más accesible y biosegura es en bicicleta: garantiza el distanciamiento interpersonal mucho más que los coches particulares e incluso más que la moto (INSC, 2020).

El 55% de la población de la ciudad de Cochabamba usa el transporte público para movilizarse, el 16% usa vehículo propio, el 4% taxi y el 24% lo hace a pie, en bicicleta o en moto (Burgos, Los Tiempos 1/07/2019). Seguramente estos datos no varían mucho en las demás ciudades del país. Implican que aproximadamente el 55% de la población estaría en riesgo al usar el transporte público en las condiciones actuales de tan escasa aplicación de medidas de bioseguridad. Acortar los horarios de prestación del servicio aporta muy poco a la prevención.

Sabiendo que los transportistas no modificarán mucho su comportamiento para dar condiciones de bioseguridad a los pasajeros y habiendo otras alternativas que sí garantizan la bioseguridad, sería irresponsable que los gobiernos municipales pretendan hacer que el principal medio de transporte local de pasajeros sea el público. Tendría que aplicarse solo o en lo estrictamente necesario. Debe optarse por las alternativas, en especial, por la más biosegura y accesible que hay: el bicitransporte. Para esto, es necesario que ejecuten acciones que garanticen condiciones de seguridad vial para las y los ciclistas. Sin biciestacionamientos seguros contra robos en todos los lugares donde se va a ser atendido, sin biciparqueos en las fuentes laborales, sin ciclovías, sin control de tránsito (por guardias municipales) en la vía pública compartida con motorizados y sin educación vial con enfoque de cuidado al ciclista, ese 55% de la gente no se animará a transportarse en bicicleta.

En el caso del transporte público interregional, interdepartamental e internacional —sea por tierra, riel, aire o agua—, promover una alternativa es mucho más complicado, por lo que los gobiernos departamentales y el Gobierno central deben establecer reglas estrictas y controles rigurosos para garantizar la bioseguridad. Las actuales formas no lo hacen. Lo propio, en el transporte público local.

Sin la aplicación de alternativas de transporte bioseguro ni la aplicación de protocolos de bioseguridad efectivos en el transporte público estrictamente necesario, en el afán de mantener a flote la economía, es probable que sean los propios gobiernos los responsables de llevar al país a una profundización de la crisis sanitaria. El contexto de la segunda ola de la pandemia exige un mayor ingenio por parte de las y los gobernantes, en especial de los actuales, puesto que la nueva emergencia está ya aquí.

PLURALIZANDO LO PÚBLICO

CARLOS BELLOTT L.

Experto en organización y funcionamiento del Estado

[email protected]

Entrando en la página solicitada Saltar publicidad