Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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Más amor, menos ideología

Más amor, menos ideología

¿Cómo gobernar un país tan diverso, tan distinto? Esta pregunta da vueltas en la coyuntura sociopolítica que vivimos, pero es una preocupación antigua. A lo largo de la historia boliviana no pocos han tratado de responderla. Ya sea en la desgastada revolución nacional o el reciente fallido proceso de cambio, las respuestas parecieron girar en torno a la idea de que se debe “civilizar a la población y aprovechar al máximo los recursos naturales”. 

Lo cierto es que, en este intento, unos y otros han ido construyendo un imaginario social civilizador que coincide en plantear una relación –no siempre equilibrada ni pacífica- entre persona y territorio.

Esta relación históricamente ha sido marcada por la violencia. Así, por ejemplo, la violencia de representación se ha vinculado con los distintos órdenes establecidos a través de la jerarquización de la población, para lo cual siempre ha sido útil la distinción racial. O la violencia productiva aplicada a los recursos naturales que ha llevado a concebirlos como lugares inertes que deben ser simplemente ocupados y explotados.

Si queremos dar respuesta a la pregunta inicial, necesitamos avanzar en ese intento respetando a las personas y a la naturaleza, es decir, urge renunciar a la violencia y construir relaciones respetuosas entre sujetos/sujetos y sujetos/naturaleza. Para ello, el respeto a la vida como también la dignidad de la persona deberán estar por encima de cualquier otro principio y los territorios en/con los que interactuamos deben ser repensados como espacios de vida. El profesor colombiano Arturo Escobar habla de cambiar lo violento por lo “bio-lento”, es decir, a respetar tiempos y ritmos de la vida.

Lo anterior no es solo un juego de palabras, sino una invitación a una profunda reflexión sobre lo que hemos venido haciendo en la historia de la región y del planeta en general. Y como dice el fotógrafo Jesús “Chucho” Abad, autor de la antología fotográfica sobre el conflicto armado colombiano, la “memoria de un país no puede ser solo el pasado, debe ser también su presente”. Por ello, en este fin de año, en un tiempo en el que nos esforzamos por celebrar la llegada y victoria de la luz sobre las tinieblas, del amor sobre el odio, “enseñemos a ver más con el corazón y menos con la ideología”.

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