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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Mujeres afganas, misoginia y extremismos

Mujeres afganas, misoginia y extremismos

En la última semana, los medios se han visto invadidos por noticias relacionadas con lo que acontece en Afganistán, ese conflictivo país centroasiático que entre 1996 y 2001 se había visto “gobernado” por un movimiento denominado los talibán. Milicia que se había hecho con el poder como resultado de la guerra civil, luego de la retirada de las tropas soviéticas; hasta que, luego del 11 de septiembre del 2001 se iniciaran las intervenciones extranjeras que los alejarían del mismo.

En tan solo cinco años a cargo del país y con una base ideológica sustentada en la Sharia, "la ley religiosa islámica reguladora de todos los aspectos públicos y privados de la vida, y cuyo seguimiento se considera que conduce a la salvación", según la definición de la Real Academia Española; los talibanes lograron, a través de su interpretación de la ley, dar pie a una serie de prohibiciones que atentaron contra los derechos humanos en general, pero sobre todo contra la libertad e integridad de las mujeres, entiéndase niñas también. 

El pacto consensuado el 2020 para la salida de las tropas extranjeras del país asiático, dio paso a una serie de ofensivas que terminó con la toma de Kabul, la capital afgana, el 15 de agosto pasado. Con el regreso de los talibanes, el temor a la violación de los derechos humanos fundamentales está más que fundado. Sin embargo, las amenazas que más nos preocupan a las feministas, son las dirigidas contra las afganas por el solo hecho de ser mujeres.

Andar cubiertas desde la cabeza hasta los tobillos, no tener el permiso para trabajar, ni acceso a la educación, contar con un acceso restringido a los cuidados de salud, no poder salir de casa a menos que sea acompañada por un familiar varón (mahram), usar transporte publico exclusivo, tener las ventanas de las casas pintadas para evitar ser vistas, estar prohibidas de: usar productos de maquillaje, vestir de colores, practicar deportes, montar una bicicleta o moto… Fueron algunas de las restricciones que se temen vuelvan a establecerse; especialmente porque dieron lugar a hechos como lo sucedido con Bibi Aisha, entregada a los 12 años a la familia de un combatiente talibán para resolver una disputa (practica baad), obligada a casarse en la pubertad y mutilada de oídos y nariz por haber huido. O el asesinato a golpes de Nadia Anjuman, poeta y periodista afgana, impulsora de los derechos de las mujeres, creadora de círculos de lectura en contra del régimen de su país, y victimada por su esposo y por la familia de este. O el caso de la mujer de Kabul que en 1996 perdió un pulgar por llevar las uñas pintadas. 

En recientes declaraciones, los talibanes han manifestado, entre otras cosas, que se mantendrán los derechos de las mujeres, siempre bajo los límites de la Sharia. Pero el ataque al hospital materno en mayo de 2020, y el bombardeo hace unos meses de una escuela, cuyo resultado fue la muerte de 90 niñas, parece reflejar el accionar que mantendrá el régimen al mando. Muchos dirán que los dos eventos mencionados son solo ataques al azar, pero lo que hay que identificar es que se trata de actos planificados que demuestran la violencia dirigida hacia las mujeres por el solo hecho de serlo. O como el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, ha manifestado “la misoginia es una característica común del extremismo violento”. No reconocer este hecho impedirá lograr avances en la protección de estas y todas las mujeres en situaciones similares.

Las redes sociales han comenzado a reflejar la crisis humanitaria al mostrar a cientos de afganos esperando que alguno de los vuelos garantizados por “occidente” los saque de ese país; hombres buscando convertirse en refugiados allá donde los acepten. ¿Y las mujeres? La mayoría ha preferido, por miedo, quedarse en casa para evitar los ataques que cree inminentes. Tristemente aún no existe un corredor humanitario enfocado en mujeres o niñas, ni ningún tipo de protección especial para estas.

¿Qué pasará en un país donde se había logrado que, por ley, el 27% de su parlamento esté ocupado por mujeres? Donde en 2008, por primera vez, una mujer, Azra Jafari, logra el puesto de alcaldesa. Donde, según un reporte de Asia Foundation de 2019, el 89% de la población apoyaba el derecho de las mujeres a la educación, con un promedio de 3.5 millones de niñas inscritas ese año, frente a “cero” durante el régimen talibán. Donde, además, se había incrementado la aceptación al derecho de una mujer a heredar de su padre (miras), o a trabajar fuera de casa, no necesariamente en lugares exclusivos de mujeres.

Todo parece indicar que los avances de estos últimos 20 años quedarán solo en la memoria de esas mujeres, que no podrán volver a reír en voz alta; usar tacones; asistir a un juicio, pues de todos modos su testimonio valdrá la mitad que el de cualquier hombre; o verán limitados sus derechos sobre sus hijas e hijos. Pero, sobre todo, donde tendrán que volver a cubrirse completamente con el burka o el chador, o parcialmente con el hijab; pero cubrirse al fin, poco importa con cuál velo; porque, aunque el debate sobre este se ha centrado sobre si su uso es libremente escogido o no, el problema se centra en que deben taparse al fin y al cabo. La Sharia establece que tanto hombres como mujeres deben vestirse “modestamente”, pero ellos pueden usar un bañador en la playa, mientras sus esposas deben portar el burka. Nada se les dice a los hombres sobre sus cuerpos, sus risas, sus pasos, su vida.

Para terminar, y mientras muchos tratan de desprestigiar nuestra lucha al cuestionar dónde están las feministas cuando pasa todo esto, en todo el mundo estamos tomando acciones concretas, de las que todas y todos pueden formar parte. Pueden, por ejemplo, apoyar algunas de las acciones promovidas desde la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán –RAWA (www.rawa.org); firmar una de las peticiones y manifiestos internacionales compartidos a través de https://www.facebook.com/whrc.mex/posts/133857292274727/; sumarse al documento que desde el feminismo internacional se está firmando para enviar a los gobiernos en https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSeVcbfdEoAAM4cbl4SexS40D8_BZdwUEPFqyb2mmgIookv1hA/viewform?vc=0&c=0&w=1&flr=0&fbclid=IwAR3APXT8Sk8P9BLY0r_lJ1QGe59mkOQLwAo3daAdEIVkVYrFs3awhwU6jgA; o unirse a la  protesta global apoyando a las mujeres afganas este 28 de agosto, a las 10:30 (hora Bolivia) a través del enlace: us06web.zoom.us/webinar/register/WN_OZcPukiySUWPsgZytxe5bQ

#FOROFEMINISTA

Anel Quiroga Rodríguez

Lingüista y feminista radical

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