Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Hermano es quien educa

Hermano es quien educa

Para continuar esta suerte de diálogo mediado de tipo peripatético que se establece con los lectores, en referencia a un anterior artículo en el cual lancé muchas preguntas sobre la necesidad de cambiar nuestro enfoque docente a partir del cambio interior percibido a consecuencia de la pandemia, ahora, esbozaré una suerte de respuestas. 

El objetivo era motivar a quien lee estas líneas a vaciarse, a partir de las preguntas, de todo aquello vivido en este último periodo, para tomar conciencia de cómo cada uno se había transformado por dentro, más allá de todos los hechos acaecidos alrededor. Una suerte de “poner orden en la casa”, acomodar los sentimientos, enmarcar los recuerdos, adornar las narrativas, deshacerse de lo tóxico y maloliente; en fin, hacer lo necesario para sentirse a gusto dentro. 

Para lograrlo, es importante hacerse sus propias preguntas uno mismo, pues cada quien vivió una realidad distinta, o, al menos, vio pasar la vida desde una ventana diferente y encontrará un sentido propio a su viaje interior.

A continuación, expongo algunas respuestas que particularmente me sirvieron. Antes, me gustaría anticipar una premisa a partir del pensamiento de Viktor Frankl, quien sobrevivió a cuatro campos de exterminio nazi: “la persona no está determinada por su entorno”, todos somos libres para elegir con qué actitud vamos a vivir y revivir cada momento de nuestras vidas. 

Dicho esto, cito al papa Francisco, quien en su reciente encíclica afirma “solo me comunico conmigo mismo en la medida en que me comunico con el otro”, y continúa diciendo “nadie puede experimentar el valor de vivir sin rostros concretos a quienes amar” y de quienes recibir amor. 

Esta es la gran paradoja existencial, pues para que cada uno de nosotros pueda ser, crecer y trascender, necesita de los demás; así como los demás necesitan de nosotros. “La vida subsiste donde hay vínculo” dice el obispo argentino. Por esta razón, mis preguntas están también dirigidas a explicarnos en nuestra tarea educadora, en la cual somos un “otro-referente” para muchos, al mismo tiempo que los “otros-en-formación” son un espejo para nosotros. 

Rescato, las palabras del profesor Baggio, quien dice que la fraternidad, no solo la sanguínea, ni de similitudes, sino aquella fraternidad abierta a hermanar a quien se encuentra en situación de necesidad, cualquiera que ella fuera; es nuestra última posibilidad cuando todo lo demás se ha perdido.

Pero en la mirada del otro, en el descubrimiento de sus necesidades educativas, en los saberes que le permitirán ser y estar en este mundo cambiado, justamente allí, podremos aplacar nuestra sed de verdad interior y de sentido de nuestra propia vida. 

CONSTRUIR COMUNIDAD

ALFONSO M. ALARCÓN  L.

Docente de Comunicación Social UCB 

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