Los yuracarés tienen síntomas de COVID-19 y no acceden a pruebas
13 de junio de 2020 (20:00 h.)
Pedro (nombre cambiado) contesta el teléfono tosiendo. Durante la conversación también se oye, de fondo, toser a su mamá, una mujer de 83 años. “Son síntomas de coronavirus”, asegura él, y agrega que también tienen fiebre y dolores.
Él vive en Trinidadcito, una comunidad con una centena de personas de la nación Yuracaré asentada en jurisdicción del municipio de Chimoré en el Trópico de Cochabamba. De acuerdo con los registros del Instituto Nacional de Estadística (INE) y el último censo, la población de indígenas de este pueblo llega a alrededor de 1.500 personas.
Esta Tierra Comunitaria de Origen (TCO) es otra muestra de la falta de atención, prevención y ayuda de las autoridades hacia los indígenas frente a la pandemia del coronavirus, COVID-19.
Este yuracaré explica que el personal de salud dio positivo al coronavirus. Luego “se expandieron” los síntomas en el pueblo.
“La COVID-19 ya está en la TCO yuracaré. No sabemos cuántos, pero, son hartos compañeros que tienen los síntomas, y no hemos tenido ni siquiera información para prevención de esta enfermedad. Nos estamos cuidando con lo que tenemos y conocemos: jengibre y limón”.
Desde que empezó la cuarentena, Pedro decidió permanecer en Trinidadcito con la confianza de que sería más seguro estar en su comunidad. Sin embargo, ya están “enfermos”.
Estima que el coronavirus llegó a mediados de mayo. Un primer caso confirmado fue el de la enfermera que trabajaba en el centro de salud de la comunidad. El personal de salud “entra y sale”. Describe que también hubo pobladores que salieron del pueblo y que, después, “unos dos o tres” presentaron síntomas de fiebre y dolores. “Empezó a expandirse en un dos por tres”.
LAS PRUEBAS
En una comunidad vecina de la zona alta, La Mansión, a unos 40 kilómetros, 5 a 6 horas en canoa desde Trinidadcito, se hicieron las pruebas a cuatro comunarios y dieron positivo. Noe dice que no tomaron más muestras a los yuracarés.
“No nos han hecho las pruebas, porque no han venido. El médico se salió el mes pasado; tenía su libre; también salió con los síntomas. Lo que está ocurriendo, no hay duda de que es el virus”.
No están contabilizados los casos que consideran sospechosos, pero asegura que ahora que muchos tienen COVID-19.
“Yo todavía estoy enfermo. Hasta ayer (por el martes), tenía dolor y, de rato en rato, me da fiebre. Pero, ya estamos venciendo este mal”.
Describe que las personas afectadas son en su mayoría mayores de 30 años. “No está atacando (el coronavirus) ni a los niños ni a la gente más joven”.
Su madre, de 83 años, es más vulnerable y su situación es “grave”.
El personal de salud dejó la zona: la enfermera, porque dio positivo; un médico, porque tenía descanso y también síntomas; y un tercer profesional, porque debía aislarse. Debido a la presión de la comunidad, los yuracarés consiguieron que les envíen una médica, quien ahora realiza trabajo de rastrillaje.
Además de Trinidadcito y La Misión, hay gente con síntomas en las comunidades yuracarés de Monte Sinaí, Puerto Victoria y Nueva Galilea. “Son los mismos síntomas que tenemos acá”.
La autoridad cuestionó la falta de respaldo para los indígenas. “Los centros de salud están abandonados. Que se ponga orden para que los médicos puedan atendernos. No hay nada, ni siquiera nos han dado charlas de prevención”.
Tampoco cuentan con barbijos y otros insumos de bioseguridad. “Río adentro” no les llega el apoyo.
“Afortunadamente, creo que nadie ha muerto, ningún compañero”, sostiene.
Presión
Los indígenas yuracarés exigieron que haya personal de salud en la zona para hacer evaluaciones a los pobladores. La Red de salud les envió una profesional, quien realiza rastrillaje.
Él vive en Trinidadcito, una comunidad con una centena de personas de la nación Yuracaré asentada en jurisdicción del municipio de Chimoré en el Trópico de Cochabamba. De acuerdo con los registros del Instituto Nacional de Estadística (INE) y el último censo, la población de indígenas de este pueblo llega a alrededor de 1.500 personas.
Esta Tierra Comunitaria de Origen (TCO) es otra muestra de la falta de atención, prevención y ayuda de las autoridades hacia los indígenas frente a la pandemia del coronavirus, COVID-19.
Este yuracaré explica que el personal de salud dio positivo al coronavirus. Luego “se expandieron” los síntomas en el pueblo.
“La COVID-19 ya está en la TCO yuracaré. No sabemos cuántos, pero, son hartos compañeros que tienen los síntomas, y no hemos tenido ni siquiera información para prevención de esta enfermedad. Nos estamos cuidando con lo que tenemos y conocemos: jengibre y limón”.
Desde que empezó la cuarentena, Pedro decidió permanecer en Trinidadcito con la confianza de que sería más seguro estar en su comunidad. Sin embargo, ya están “enfermos”.
Estima que el coronavirus llegó a mediados de mayo. Un primer caso confirmado fue el de la enfermera que trabajaba en el centro de salud de la comunidad. El personal de salud “entra y sale”. Describe que también hubo pobladores que salieron del pueblo y que, después, “unos dos o tres” presentaron síntomas de fiebre y dolores. “Empezó a expandirse en un dos por tres”.
LAS PRUEBAS
En una comunidad vecina de la zona alta, La Mansión, a unos 40 kilómetros, 5 a 6 horas en canoa desde Trinidadcito, se hicieron las pruebas a cuatro comunarios y dieron positivo. Noe dice que no tomaron más muestras a los yuracarés.
“No nos han hecho las pruebas, porque no han venido. El médico se salió el mes pasado; tenía su libre; también salió con los síntomas. Lo que está ocurriendo, no hay duda de que es el virus”.
No están contabilizados los casos que consideran sospechosos, pero asegura que ahora que muchos tienen COVID-19.
“Yo todavía estoy enfermo. Hasta ayer (por el martes), tenía dolor y, de rato en rato, me da fiebre. Pero, ya estamos venciendo este mal”.
Describe que las personas afectadas son en su mayoría mayores de 30 años. “No está atacando (el coronavirus) ni a los niños ni a la gente más joven”.
Su madre, de 83 años, es más vulnerable y su situación es “grave”.
El personal de salud dejó la zona: la enfermera, porque dio positivo; un médico, porque tenía descanso y también síntomas; y un tercer profesional, porque debía aislarse. Debido a la presión de la comunidad, los yuracarés consiguieron que les envíen una médica, quien ahora realiza trabajo de rastrillaje.
Además de Trinidadcito y La Misión, hay gente con síntomas en las comunidades yuracarés de Monte Sinaí, Puerto Victoria y Nueva Galilea. “Son los mismos síntomas que tenemos acá”.
La autoridad cuestionó la falta de respaldo para los indígenas. “Los centros de salud están abandonados. Que se ponga orden para que los médicos puedan atendernos. No hay nada, ni siquiera nos han dado charlas de prevención”.
Tampoco cuentan con barbijos y otros insumos de bioseguridad. “Río adentro” no les llega el apoyo.
“Afortunadamente, creo que nadie ha muerto, ningún compañero”, sostiene.
Presión
Los indígenas yuracarés exigieron que haya personal de salud en la zona para hacer evaluaciones a los pobladores. La Red de salud les envió una profesional, quien realiza rastrillaje.