Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 11:05

Warawar Wawa, una odisea andina y esa mezcla rara que somos

El proyecto fotográfico del artista visual River Claure reinterpreta la célebre obra El principito en la cultura andina contemporánea
Warawar Wawa, una odisea andina y esa mezcla rara que somos

Comúnmente concebimos a Bolivia como un conjunto de símbolos establecidos a través del tiempo, por ejemplo, hemos asociado al boliviano con la hoja de coca, el awayo, platos típicos y otras particularidades étnicas. La cuestión, es si todos esos aspectos son la única forma de ver al boliviano ¿Cómo surge esta visión homogénea? Preguntarse si se trata de una visión interna, o es más bien una suerte de apreciación foránea que, con el pasar de los años, hemos adoptado sin cuestionante alguna. 

Si bien no se puede cambiar la noción de la Bolivia contemporánea, al menos, se puede contraponer dos visiones distintas, por un lado, la que plantea todo desde lo homogéneo y es reproducida hasta el cansancio y otra que plantea la diversidad desde lo heterogéneo a través de expresiones artísticas como la pintura, la fotografía o la música usando conceptos y apreciaciones propias sin despreciar las apropiaciones externas.

En ese sentido, Warawar Wawa (Hijo de las Estrellas en Aymara) del artista visual cochabambino, River Claure, es un proyecto enfocado en la interpelación entre identidades marcadas por el territorio e identidades marcadas por el sincretismo, a partir del “Chi’xi” (Gris en Aymara), concepto acuñado por la pensadora y escritora boliviana, Silvia Rivero Cusicanqui, con el objetivo de generar imágenes de pertenencia.

Antes de conceptualizar la palabra, Cusicanqui se refería a la misma como “esa mezcla rara que somos”, extraído del prólogo de “Un mundo ch’ixi es posible”. “Ch’ixi” hace referencia al color indeterminado consecuencia de dos tejidos yuxtapuestos. Si llevamos este concepto a la apreciación cultural podríamos hablar de identidades ch’ixi y sus respectivas variables, como puede ser la cultura y como esta es apreciada. Por qué no pensar en un boliviano que masca coca, lee Foucault y escucha The Beatles, o uno que toma chicha, usa nikes y fuma marlboro, un boliviano “ch’ixi”, un boliviano que no es ni blanco ni negro, es algo nuevo. 

Es precisamente “ch’ixi”, el concepto que mejor define la obra de River Claure, quien de niño siempre tuvo ese interés y acercamiento por lo social debido a su crianza y su acercamiento con las humanidades y el arte. Su interés por el cine lo impulsó a madurar el concepto de fotografía, particularmente como artista visual, no solo como una expresión artística sino como una contribución a la humanidad a través del acto. Tomando en cuenta la democratización del arte, el trabajo colaborativo, la experimentación y la diversión.

El Hijo de las Estrellas 

Warawar Wawa (Hijo de las estrellas) es un proyecto artístico que re contextualiza y reinterpreta el célebre libro de Saint Exupery, Le Petit Prince (El Principito), en la cultura andina contemporánea, usando como concepto esencial el “ch’ixi” (gris), haciendo referencia a la yuxtaposición e idiosincrasia de diversas culturas, visibilizando lo heterogéneo del imaginario propuesto.  

Para la obra, el término “ch’ixi” proviene de la lengua aymara y fue teorizado en las obras de la socióloga, escritora y activista boliviana, Silvia Rivera Cusicanqui, quien antes de conceptualizar la palabra se refería a la misma como “esa mezcla rara que somos” y en esencia, es eso. Pensarnos como grises, ni blancos ni negros, algo nuevo. Este aspecto resalta en Warawar Wawa cuando vemos a un niño con vestimenta andina y polera de Barcelona, la virgen cerro, el ekeko mujer, etc. 

El autor conceptualiza pensando lejos de los cánones tradicionales que identifican a Bolivia debido a que no son más que un conjunto de significados impuestos y pensados en torno a fuentes externas. Claure concibe la idea de patria como un “puñado de imágenes de pertenencia, nos hemos creído el cuento de lo que nos han dicho que somos, pensamos únicamente a Bolivia como nos han dicho que se piensa Bolivia, carnaval, folclore, tradiciones y está bien, es una parte de lo que somos, pero contemporáneamente somos mucho más.”

“Creo que socializar el proyecto con los integrantes, tanto de producción como intérpretes, fue clave para poder lograr un trabajo sólido, permite democratizar el arte”, y es que existe un paréntesis en la obra de Claure que propone un interés por el otro. Comúnmente, tenemos la noción del fotógrafo y su cámara, casi como una cacería de imágenes, esto necesariamente no es algo negativo, pero para el artista cochabambino la inclusión y alteridad de los involucrados es necesario, “como artista tengo que esforzarme para que la gente que está trabajando conmigo se involucre con la obra, puede suceder con un curador de arte que tiene conocimiento en el tema o con el conductor de la lancha que nos transportó hasta el lago Titicaca, no es un proceso educativo de artista-consumidor, es un acto de mediación, no creo en el artista por encima del resto, es un proceso conjunto en realidad”, afirma.

Warawar Wawa se materializa a través de la publicación de un libro, gracias al trabajo de Santiago Escobar Jaramillo de la editorial colombiana Raya, que contiene la traducción de El Principito al idioma aymara, traducción realizada por Rubén Hilari Quispe y Martín Canaviri Mamani, dos conservadores de la lengua, quienes curiosamente ya tenían la traducción y cuyos caminos coincidieron con el Hijo de las Estrellas.

Democratizar el arte

Una de las causantes de pensar a Bolivia desde lo homogéneo y desde los cánones internos es por la inexistencia de un proceso de mediación entre el arte y su entorno. Paradójicamente, mucha de esta causa es por apreciaciones foráneas, relacionar a Bolivia únicamente con sus fiestas, su comida, costumbres y vestimentas ancestrales es propio de miradas externas, quienes han regado esa concepción y ahora, en un mundo hiper-conectado, la percepción es esa. 

Parte de democratizar el arte es lograr entablar un vínculo entre el artista, los involucrados y quien lo aprecie. 

En Warawar Wawa existió un proceso de preparación desde el equipo de producción hasta las personas que aportaron en las fotografías y la realización final. Esto permite generar un ambiente pro-activo, el autor no es el único involucrado, existe una dinámica de experimentación y de proposición. Como comenta el autor, el proceso de creación requiere “experimentación y diversión, sino, pues para que hacerlo.” 

La obra de River, contempla la importancia de pensarse desde la perspectiva del otro. Para este propósito también es esencial el ser “ch’ixi”, porque permite auto concebirse en muchos terrenos. 

En la obra de Claure el “ch’ixi” es esencial, uno de sus proyectos más interesantes es Jinetes del apocalipsis, haciendo alusión al relato bíblico. En el mismo, el autor representa los 4 jinetes (victoria, guerra, hambre y muerte) como motociclistas en la chiquitania, cada uno con máscaras de la cultura chiquitana. Eso es “ch’ixi”, esa mezcla entre motociclistas de la selva, representando un texto de conocimiento y apropiación global, mezclando aspectos de la cultura ancestral, este es el acto de interpelar identidades, otra forma de pensar Bolivia. 

Proceso creativo

Lo que genera la cooperación de todas las personas involucradas en la producción es un proceso de trabajo que engloba tres pilares fundamentales, el consumo de material cultural, la experimentación y el goce de hacer arte. El proceso creativo de la obra de River empieza desde la concepción y conceptualización del mismo impulsados por la sensibilidad, que según el autor pueden asociarse al instinto, ese instinto de crear que encuentra impulso en otras artes como la literatura, la música, el cine, entre otros. 

“Creo que el creador debe ejercitar su intuición consumiendo contenido que permita ese estado, leer poesía, escuchar música o ver películas son maneras en las que yo ejercito mi sensibilidad”, agrega.

Otro momento es la experimentación. En la perspectiva del artista, experimentar y salir del proceso estrictamente planificado es un ejercicio más para lograr esa sensibilidad mencionada anteriormente para finalmente lograr un medio de cooperación entre las personas que trabajan la obra, motivados por la diversión.

Sobre la realización

Warawar Wawa fue financiado por el programa de Intervenciones Urbanas y ocurrió entre el año 2019 y 2020 en distintas locaciones de los andes bolivianos. 

Entre otros proyectos, River publicó Trazadero y Viva Santa Cruz, este último realizado en una residencia artística en el centro cultural Kiosko Galeria. Ha participado en producciones audiovisuales y próximamente prepara un nuevo proyecto fotográfico llamado Mita, donde planea visitar y conceptualizar en centro y cooperativas mineras. 

La obra de River Claure se encuentra en: riverclaure.com.

Para poder adquirir el libro de Warawar Wawa: @elriverclaure (Contacto en Instagram)

Músico – [email protected]