Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
  • Actualizado 00:00

Solange Rodríguez: "La vuelta de las derechas ha sido un retroceso en DDHH"

La narradora reflexiona sobre cómo los conflictos sociales y las nuevas corrientes influyen en la narrativa de su país y Latinoamérica.
12AF1
La escritora ecuatoriana Solange Rodríguez. FUENTE: DIARIO16
Solange Rodríguez: "La vuelta de las derechas ha sido un retroceso en DDHH"

El IV Encuentro Internacional de Narrativas concluye hoy con la mesa “Royendo el hueso: creación y gestión cultural en tiempos de precarización”, en el que participará la escritora y catedrática Solange Rodríguez, una de las voces más talentosas y reconocidas del Ecuador. OPINIÓN converso con la narradora sobre la compleja situación política del continente, así como apuntes sobre los géneros y estilos en los que incursiona.


P: La temática de la mesa en la que te toca participar ahondará cómo la cultura es la primera en verse sacrificada en tiempo de crisis. En Bolivia, el Ministerio de Culturas fue suprimido para “ahorrar recursos para combatir a la pandemia”. ¿Por qué crees que los gobiernos latinoamericanos siguen teniendo una visión sesgada de los alcances de la cultura?
R: No creo que sea un problema solo de los gobiernos latinoamericanos. Creo que es un problema del capitalismo despiadado como sistema de gobierno. La vuelta de las derechas ha significado un retroceso en el tema de los derechos humanos, civiles y también del humanismo. Las vidas son cifras relativas, ya ves lo que manifiesta Trump en EEUU y también gobiernos como el de Bolsonaro (Brasil). Que mueran los que deban morir y que el resto trabaje duro para sostener el sistema. Lo cierto es que todo es cultura, no solo el folclore, el problema está cuando la cultura es entendida solo como entretenimiento. Se cree que liberar los canales de cable es cultura. Es idílico pensar que los gobiernos quieren nuestro bienestar, los gobiernos quieren poder político y control. En Ecuador la educación pública ha sido perjudicada con recortes millonarios, precarizándola mientras se pagaba préstamos al FMI, sin problemas. Creo que el gran mal de América ha sido pensar que mañana no habrá pan, entonces vivimos el presente a destajo y con urgencia, así no se puede construir nada inteligente, para que haya arte debe de haber algo de mesura, la mesura es pensamiento. Los gobiernos nos quieren asustados, con el corazón desbocado. La rebeldía consiste en producir arte sensible a pesar de la emergencia, meditar con criticidad y hacer públicas esas reflexiones.


P: Te sueles inscribir en los géneros de lo fantástico y la ciencia ficción, poco explorados en la región, en general. ¿En qué hechos, imaginería o mitología tomas inspiraciones para crear estos relatos y cómo los vinculas con problemáticas sociales?
R: La literatura que trabaja la ciencia ficción y lo fantástico siempre es una metáfora, siempre se está hablando de otra cosa, su libertad es la tropología y el símbolo. Anteriormente se pensaba que era alienación de otros lados, pero incluso lo más alienado puede proponer una reescritura de lo que observa. A mí me interesa mucho la incorporación de la oralidad, en mis historias alguien le cuenta algo a otra persona, usualmente son historias de miedo o leyendas de seres o cuentos de fantasmas. Creo que la literatura siempre ha documentado la oralidad y toda la imaginación popular.


P:  ¿Cómo calificarías la narrativa actual/moderna del Ecuador?
R: Es una narrativa mucho más empática con los otros de lo que era hace 50 años. Creo que la propuesta de renovación de nuestra literatura empezó por un movimiento rebelde y profundamente político que se desencantó cuando el socialismo no pudo cuajar, hubo mucha poesía, muchas novelas. Ahora, entendiendo la importancia de considerar y de hablar sobre aquellos que han estado siempre en las sombras, las mujeres, desde los años 80 para acá, han cultivado una narrativa tremenda, poderosa, sabia, sensible, descarnada que lo está devorando todo, pero lo hace porque ya no tiene miedo. Sin miedo se puede llegar a lugares insospechados.


P: Tu carrera también es muy destacada por tu labor como catedrática. ¿Qué experiencias te ha traído enseñar durante la pandemia y de qué manera encararas ahora esta profesión?
R: Yo doy clases en una universidad perjudicada en su asignación de presupuesto estatal, como tantas otras. Hemos hecho público nuestro descontento y seguimos resistiendo, si resistir significa que no se te rompa el corazón porque las cosas que dabas por sentado se tambalean. He visto a mis alumnos pasar por todos los estados de ánimos posibles: euforia, entusiasmo, depresión, furia. Todo en corto tiempo. Estamos profundamente desconcertados, pero seguimos encendiendo las cámaras y hablamos entusiasmados de literatura y de música y de cine y después las apagamos y vamos a tender ropa, a lavar platos, a barrer. No hay espacio para imaginar demasiado. Somos seres reales y sin alas.  Sin embargo, las clases me han sostenido y han sostenido a los chicos, ha sido un espacio donde recuerdan lo que aman y la razón por la que eligieron estudiar arte que es la humanidad. La sensibilidad sufre mucho en este tiempo, pero habrá que trabajarla de otra manera y procurar contar, contarlo todo. Alguien nos escuchará y nos abrazará, así sea a la distancia.