Valoración del patrimonio cultural
10 de febrero de 2019 (18:27 h.)
Cuando un grupo social reconoce y aprecia un bien cultural, material o inmaterial, comprende que su conservación es una responsabilidad colectiva compartida y entiende que, al ser un legado de sus antepasados, tiene la responsabilidad de heredarlo a las generaciones futuras.
Las sociedades, cuanto más civilizadas son, más conscientes y respetuosas son del valor de su patrimonio cultural, material e inmaterial, y mayores son los esfuerzos y recursos que invierten para su conservación, difusión y puesta en valor, siendo la temporalidad un factor a considerar en un determinado espacio geográfico. Las comunidades buscan aportar y enriquecer el patrimonio cultural de manera permanente. Entre algunas de las tareas que realizan están el registro, valoración, catalogación y declaratoria, con la finalidad de salvaguardar la herencia a transferir.
El patrimonio cultural es reconocido por algunos de los siguientes valores:
Valor histórico: Cuando se constituye en testimonio de hechos transcendentales acontecidos en un determinado tiempo y lugar.
Valor social: Es dado por el grado de apropiación y uso de la comunidad.
Valor artístico y estético: Por su composición o temática y el uso de elementos para su creación como son la línea, el tono, el color, el recorrido visual, la unidad, la variedad, la textura, la forma y el material, componentes empleados para su creación.
Valor identitario: Porque refuerza emocionalmente el sentido de pertenencia de una sociedad.
Valor simbólico: Porque a través de su forma puede comunicar mensajes o ideas y ser representativo de un territorio.
Valor arquitectónico: Por ser producto de una sociedad en un determinado espacio y tiempo, manifestándose a través de sus características formales, funcionales, espaciales, tecnológicas y constructivas singulares.
Valor urbano: Por ser parte de un conjunto urbano y por corresponder a un determinado periodo de su evolución.
Valor paisajístico: Por las cualidades que posee como parte de un entorno natural y transformado en armonía.
Cuando se identifican estos valores, podemos asegurar que se trata de un bien cultural con características patrimoniales.
Las sociedades, cuanto más civilizadas son, más conscientes y respetuosas son del valor de su patrimonio cultural, material e inmaterial, y mayores son los esfuerzos y recursos que invierten para su conservación, difusión y puesta en valor, siendo la temporalidad un factor a considerar en un determinado espacio geográfico. Las comunidades buscan aportar y enriquecer el patrimonio cultural de manera permanente. Entre algunas de las tareas que realizan están el registro, valoración, catalogación y declaratoria, con la finalidad de salvaguardar la herencia a transferir.
El patrimonio cultural es reconocido por algunos de los siguientes valores:
Valor histórico: Cuando se constituye en testimonio de hechos transcendentales acontecidos en un determinado tiempo y lugar.
Valor social: Es dado por el grado de apropiación y uso de la comunidad.
Valor artístico y estético: Por su composición o temática y el uso de elementos para su creación como son la línea, el tono, el color, el recorrido visual, la unidad, la variedad, la textura, la forma y el material, componentes empleados para su creación.
Valor identitario: Porque refuerza emocionalmente el sentido de pertenencia de una sociedad.
Valor simbólico: Porque a través de su forma puede comunicar mensajes o ideas y ser representativo de un territorio.
Valor arquitectónico: Por ser producto de una sociedad en un determinado espacio y tiempo, manifestándose a través de sus características formales, funcionales, espaciales, tecnológicas y constructivas singulares.
Valor urbano: Por ser parte de un conjunto urbano y por corresponder a un determinado periodo de su evolución.
Valor paisajístico: Por las cualidades que posee como parte de un entorno natural y transformado en armonía.
Cuando se identifican estos valores, podemos asegurar que se trata de un bien cultural con características patrimoniales.