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[CRÓNICAS DE CULTURA Y BIODIVERSIDAD]

Tunari: ancestro de mujer y territorio del agua

Tunari: ancestro de mujer y territorio del agua

Tunari es quizá el nombre más conocido y difundido de Cochabamba, tanto en las ciudades como en las comunidades del departamento; probablemente es, también, su símbolo natural de mayor fuerza y representación identitaria. 

Con sus 5030 de altura, es la montaña más alta de la cordillera que lleva su nombre, que, vigilante y serena, simboliza la protección de los pueblos que viven a su alrededor y están a su alcance. Desde la etnohistoria y los mitos andinos, la montaña nos traslada al tiempo de origen de los primeros habitantes de estas tierras. 

Ya desde la visión del paisaje, Tunari es la estética culminante en el horizonte atemporal de la cordillera; y sin duda, el perfil de rostro inconfundible labrado en la era de los tiempos, que, abrumadora, nos enseña la afilada profundidad de su cima en la cumbre, o la vertiginosa sima sonora de sus aguas que descienden por ríos y faldas aluvionales, para fundirse luego en la extensa explanada del valle cochabambino, cuyo nombre y toponomia kechua (Qocha Pampa) nos remite a una gran planicie de lagunas, hoy casi ausente por la vorágine metropolitana de la urbe.

Se lo encuentra en representaciones tan dispares, como uno de los principales símbolos cívicos de escudos e himnos, o en la convocatoria de actos rituales de los yachaq (1) y miradores de coca; es marca frecuente de productos comerciales o negocios que llevan su nombre; muchas canciones, poemas y pinturas recurren a ella para matizar el paisaje de sus creaciones; la mencionan discursos de todo tipo, desde aquellos que se empeñan en ensalzarla empleando conocidos tonos de exaltación patriotera, a otros que solo quieren tributar su presencia envolvente; muchos hemos intentado alguna foto para aproximarnos a su esencia y misterio, y seguramente, su presencia está latente en escaladores de montaña que buscan plantar su bandera, o en los investigadores del retroceso glacial, aquellos buscadores de huellas del hielo prehistórico, que se empeñan por comprender la disminución de los nevados en estos tiempos de cambio climático. 

Todos, o casi todos, conocemos que el parque nacional más importante de la región lleva su nombre, y cada vez con más claridad, los estudiosos del clima, el agua y la biodiversidad ven en ella la fuente vital de todos los ecosistemas que se crearon en su entorno; es decir, la que nos cría y alimenta cada día, con sus aguas y huertas, sus campos de cultivos y sus bosques de kewiña: Cochabamba en los dos frentes de su cordillera Tunari, en toda la extensión de su diversidad de pisos ecológicos de puna, pampa y ladera,  de ceja de monte, cumbre y valle templado.

Pero, ¿qué significa esta palabra de connotaciones tan extendidas y trascendentales para los cochabambinos? ¿Cuál su origen, su textura lingüística o su memoria simbólica? No se conocen referencias al respecto. Solo pronunciamos su nombre.

Presentamos acá una hipótesis que emerge desde la lengua aymara del siglo XVII, posiblemente, tal como lo hablaban entonces Qotas y Chuyes, los más antiguos pobladores de estos valles, mucho antes de la llegada de los incas kechwas a Cochabamba.

Y es que cuando los Qotas pronunciaban Tunari con vista hacia la montaña, hablaban de un territorio ancestral, en cuya raíz y origen se encontraba la mujer.

Esta lectura proviene del diccionario de la lengua aymara de Bertonio (1612) (2), la más antigua fuente de su tipo, sobre todo al momento de  dilucidar expresiones de origen aymara, tal como lo hablaban y entendían hace más de cuatro siglos.

Revisando a Bertonio, encontramos dos palabras asociadas, cuyas similitudes en la expresión y pronunciación se asemejan a Tunari; se trata de TUNU  LARI que significa la cepa de parte de las mujeres (TUNU = cepa o raíz y LARI =  referencia al origen femenino de un grupo social). Es decir, una indudable alusión al ancestro femenino de un pueblo, comunidad o ayllu, representado en la montaña como expresión de ancestro, cuyo núcleo de origen es una mujer.

Si esta lectura lingüística la relacionamos con una lectura del paisaje natural del Tunari y su entorno, veremos una cordillera húmeda rodeada del mayor complejo natural de agua de Cochabamba, con más de 380 lagunas de altura, centenares de humedales, miles de vertientes y más de 600 ríos (3) que emergen y fluyen en toda dirección: hacia el norte y el este por la ceja de monte de los yungas de Totolima, Tablas Monte y Altamachi, o por las pampas y serranías de la puna húmeda de Misicuni, Palqa y Ch’apisirca, y al fin, en dirección de la ladera sud, por donde bajan los 54 ríos y quebradas hasta los valles templados de Cochabamba. Vemos entonces, por todo lado, un auténtico territorio de agua.

Y si quisiéramos una reconstrucción imaginaria más completa de este territorio de agua, un viaje por el tiempo hasta los siglos XV y XVI del valle de Cochabamba nos llevaría a conocer y ver de cerca a los orgullosos habitantes del pueblo Qota (laguna en aymara) -nuestros más antiguos antecesores-, cultivando maíz y papa en las laderas y navegando por los centenares de lagunas a lo largo y ancho de la extensa planicie o pampa del valle a las que alude su nombre. 

Volviendo a la estructuración simbólica de la territorialidad andina, la naturaleza del paisaje del Tunari nos conduce hacia la antigua representación dual del territorio como la mitad femenina de los pueblos: el Umasuyu (4), es decir el territorio del agua, la mitad opuesta y complementaria del Urqusuyu, que es la otra mitad que representa la parcialidad masculina o territorio de los cerros, que por oposición se refiere a la parte más árida y seca del territorio.

Por eso, al Tunari deberíamos entenderlo como la mujer ancestral de los cochabambinos, el territorio de agua que circula por todas las vertientes y ríos, por las lagunas y cuerpos que habitamos: los humanos y los ecosistémicos; la vitalidad de este mundo en su trascendental expresión. Raíces y ancestros que se buscan y encuentran a través de sus extremidades, tal como las raíces de los árboles de kewiña que buscan la necesaria humedad del suelo, para juntarse en las vertientes y ríos subterráneos por sutiles venas de agua y savia, fluyendo todo el tiempo, vitales y generadoras.

¡Salud por esta Tunari, acuífera y esencial!

*Investigador cultural y socioambiental

Notas 

1 Yachaq significa “los que saben”, que entre los andinos  se refiere a los yatiris, aysiris, ch’amakanis, kallawayas, paqos, etc.

2 Bertonio Ludovico, Vocabulario de la Lengua Aymara, transcrito en 1612, Ediciones El Lector, Arequipa, 2006.

3 Son las 380 lagunas de altura entre 3500 a 4700 msnm, humedales y ríos que documenta el Plan de Manejo del Parque Nacional Tunari (SERNAP, 2016).  

4 En aymara uma significa agua, y suyu parcialidad o territorio.