Revelarse e indignarse ante el embuste
Las promesas de Luis Arce y David Choquehuanca durante la campaña electoral con palabras como “representamos a los pobres, a obreros e indígenas y por ustedes trabajaremos y gobernaremos con los mejores hombres y mujeres del país”, “impulsaremos independencia judicial”, “enmendaremos los errores del pasado” y otras, quedaron en palabras sin sentido. Lo que vemos ahora son designaciones para altos cargos de la burocracia estatal a gente que no precisamente se destaca por su capacidad, la trasparencia de sus actos, ni puede decirse que representan a los sectores excluidos.
El acceso a la educación para todos y todas, proclamado por la revolución de 1952, fue uno de los importantes avances en el país. Fue a partir de ese reconocimiento que muchas familias indígenas, obreras y campesinas apostaron con grandes sacrificios a la formación profesional de sus hijos/as; resultado de ello tenemos hoy profesionales que se destacan a nivel interno e internacional por su capacidad y sólida formación intelectual. Sin embargo, en Bolivia, un gobierno que se dice “revolucionario y de izquierda” es a ellos/as que no les elige para cargos de responsabilidad en el Estado, incluido el servicio diplomático. Al contrario, se los excluye si son competentes ética y académicamente, porque los méritos mejor valorados son la mediocridad, la docilidad incondicional y la deshonestidad; mejor si llevan como complemento lo étnico social.
El Presidente y Vicepresidente deberían aclararnos si es hacer justicia a obreros, indígenas, campesinos y otros históricamente discriminados, desdeñar a sus hijos/as si tienen buena formación. ¿Los consideran una peligrosa competencia? ¿Por qué su esmero de mostrar al mundo como sus representantes a los menos calificados?
Tanta verborrea para denunciar de discriminación y racismo, pero ningún escrúpulo en reforzar los estereotipos racistas y clasistas que sectores supremasistas esgrimen para justificar su menosprecio contra quienes no respondemos a su modelo de ser humano.
Revela e indigna ese manoseo perverso de las identidades, cuando lo más honesto sería que digan que no es su prioridad valorar la excelencia técnico profesional de las hijas e hijos de los sectores excluidos; que les da lo mismo que permanezcan donde siempre estuvieron, aun teniendo sólida formación académica o se busquen la vida fuera de Bolivia donde sí se valora su capacidad, su inteligencia y sus valores éticos sin necesidad de ser obsecuentes con nadie.
Madres y padres que se rajaron el lomo trabajando para formar y profesionalizar a sus hijos e hijas no debían permitir tanto embuste; que se muestre como sus representantes a grupos de indignos/as corruptos y mediocres.
DE FRENTE
JULIETA MONTAÑO S.
Abogada y directora de la OJM
julietamontañ[email protected]