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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Querida Amazonía, Madre nuestra

Querida Amazonía, Madre nuestra

“La Amazonía es una totalidad plurinacional interconectada”, dice el papa Francisco. La comparten nueve países, y “es también ‘nuestra”, o sea de todo el mundo. “Querida Amazonía”, el nuevo documento del Papa, que presenta los resultados del Sínodo del mes de octubre pasado, y remite a toda la Iglesia universal a su documento final, habla de las tierras amazónicas con un lenguaje poético y de admiración.

Al mismo tiempo recuerda la fragilidad de ese territorio: “A los emprendimientos, nacionales o internacionales, que dañan la Amazonía y no respetan el derecho de los pueblos originarios, hay que ponerles los nombres que les corresponde: injusticia y crimen.”

El Papa no es cauteloso en sus palabras: La megaminería, las empresas madereras, los monocultivos de soya, son “relaciones económicas que matan”. Si intervienen empresas internacionales, se convierten en “un nuevo tipo de colonialismo”. “La economía globalizada daña sin pudor la riqueza humana, social y cultural.” La corrupción: “un verdadero flagelo moral”, del “que miembros de la Iglesia pueden haber sido parte”.

Esto tiene que cambiar, y el Papa advierte al mundo entero y a los nueve países amazónicos que es urgente detener la destrucción ecológica y social de “este sueño hecho de agua”. Aunque la Amazonía es de todo el planeta, la responsabilidad de cuidarla recae, en criterio del Papa, en los gobiernos nacionales: “La solución no está en una internacionalización de la Amazonía”, dice, y por esto “se vuelve más grave la responsabilidad de los gobiernos nacionales”. Al mismo tiempo, el Papa es consciente de la necesidad de la presión política de abajo y de la sociedad civil, ya que “los más poderosos no se conforman nunca con las ganancias que obtienen”.

Son varios los motivos para conservar la Amazonía: junto a su valor para el equilibrio del clima planetario y su belleza estética, el Papa subraya los derechos de los pueblos originarios que siempre vivían y cultivaban esas tierras. Además, y esto es sumamente importante: la naturaleza misma tiene un valor propio.

Cuidar de la Amazonía, amarla y “sentirnos íntimamente unidos a ella”, son tareas comunes de toda la humanidad. El Papa lo recuerda a los países del Norte tanto como a los del Sur: debemos tratarla como a una madre.