Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 21:15

Pedofilia, autocracias, religiones

Pedofilia, autocracias, religiones

Hace unos días, hicimos unos apuntes en redes sociales sobre la recurrente práctica de pedofilia perpetrada por renombrados autócratas en América Latina. Inevitablemente se nos vinieron a la mente los casos de Stroessner, Trujillo, la pederastia en espacios de la Iglesia Católica y, por supuesto, el caso de Evo Morales (https://n9.cl/rwuh). Sobre este mismo asunto, escribió hace poco la investigadora Marina Ari, con una más prolija documentación (https://n9.cl/dlwr).

Existe un hilo de continuidad entre las prácticas autoritarias en la política y los abusos a menores, en diferentes formas y matices. El abuso sexual a menores es expresión máxima del abuso de poder, la condensación del abuso de poder como práctica que al autócrata se le hace hábito, debido entre otras causas a la impunidad y la ausencia de crítica sobre la que está asentado su poder.

Pero ¿cuál es el rol que desempeñan las religiones en esta asociación?  Los ejemplos aludidos muestran un factor constante: las religiones, en cuanto vigorosos sistemas simbólicos, ejercen particular impacto en la construcción de imaginarios sobre el poder carentes de crítica sobre su proceso constructivo.

Las religiones aportan a la autocracia y sus caudillos un sustrato de “aura divina”, por tanto, la inmunidad que ellos necesitan frente al análisis, la crítica y la exigencia de rendición de cuentas. Las autocracias necesitan de la estructura básica que les proveen las religiones, para blindarles ante toda crítica. En el caso de Evo Morales, el afán por arroparlo de recurrentes simbologías religiosas, desde las pachamámicas (“Evo encarnación del Pachakuti”) hasta las derivadas de diversas corrientes del cristianismo (“Evo nuevo mesías liberador, dador de obras y favores a los pobres”) operó como base para construir el mito de su “insustituible liderazgo”, un mesianismo que desde el punto de vista de sus fieles, hacía inútil el análisis riguroso de los factores económicos, sociológicos y políticos en la construcción de su poder.

Las prácticas políticas caudillistas son incompatibles con una democracia real. No superaremos la profunda crisis política que vivimos en Bolivia sin eliminar estas prácticas, pues estas hacen constantemente un guiño a la autocracia y sus perversiones.

MIGUEL ÁNGEL MIRANDA H.

Filósofo y teólogo laico

[email protected]