Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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UN POCO DE SAL

En nombre de este sufrido pueblo

En nombre de este sufrido pueblo
“En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡cese la represión!” San Óscar Romero de América, obispo y mártir, canonizado por el papa Francisco el domingo pasado, selló con estas palabras la orden de su propio asesinato. “En nombre de este sufrido pueblo”: ¡Cómo desearíamos escuchar estas palabras hoy de la boca de sus hermanos en el episcopado!

Los lamentos de los pueblos sufridos siguen subiendo hasta el cielo, “cada día más tumultuosos”. Hay pueblos sufridos en todo el mundo, en toda América. Los pueblos indígenas de Brasil y de toda la Amazonía están sufriendo un genocidio lento y doloroso. Sus gritos, mezclados con el grito de la Hermana Madre Tierra, como dice el papa Francisco, están subiendo hasta el cielo.

La situación actual en Bolivia es muy diferente de la de El Salvador en los días del martirio de San Óscar Romero. No hay comparación posible entre la represión y la explotación por parte de la oligarquía derechista salvadoreña de los años setenta y el presente boliviano. Pero también en Bolivia, el lamento de las personas sufridas y de la Madre Tierra sube hasta el cielo.

Y esto ocurre en un país, cuyo Gobierno, según su propio criterio, habla en nombre del pueblo, lo escucha y lo representa. Desde ciertos puntos de vista, no se puede negar incluso que esto es cierto. Y, sin embargo, también en Bolivia, es necesario escuchar y no hacer callar los lamentos del pueblo sufrido y de la naturaleza. Quizás es precisamente por este hecho de que el Gobierno se llame popular, ¿quién puede representar al pueblo sufrido frente a y en contra de un Gobierno popular?

¿Dónde están los profetas que se oponen a la corrupción, la violencia y la impunidad? ¿Dónde están los representantes de la Iglesia que alzan la voz –como el santo profeta de El Salvador– “en nombre de este sufrido pueblo”?

Hay, ciertamente, quienes hablan “en nombre de Dios”. Pero, a diferencia de San Romero, utilizan el nombre de Dios para hablar de valores abstractos, normas del catecismo, privilegios anticuados y no denuncian el sufrimiento del pueblo. ¿Por qué parece tan difícil reconocer la voz de Dios en el lamento del pueblo?