Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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“No amo a mi patria…”

“No amo a mi patria…”

Así empieza un bello poema de José Emilio Pacheco, titulado Alta traición (1969 ), poeta mexicano de  hueso intenso que sufría los descalabros éticos de sus gobernantes. Su poema continua: (… )Su fulgor  abstracto/ es inasible/ pero (aunque suene mal)/ daría la vida/ por diez lugares suyos/ Cierta gente/ puertos/ bosques de pino/fortalezas/una ciudad deshecha/ gris, monstruosa/ varias figuras de su historia/ montañas-y tres o cuatro ríos.

Esta frase de desamor “no amo a esta Bolivia, quiero otra… pero amo sus  montañas, sus selvas…cierta gente… y detesto a los políticos –la  escucho con frecuencia de la voz quebrada de amigos cercanos, en  sus voces hay  indignación y tristeza.

En los últimos tres meses perdimos a tres artistas músicos y a un artista plástico, todos con un ardor y amor por su país que ahora parece languidecer. Dejaron un vacío y nos falta su esperanza,   porque, todos, sin excepción, pensaban   que la vida  sería mejor, que hay que  continuar, que nuestro pueblo merece días luminosos, que tenemos gran potencial y  nuestro futuro  no será perverso, que  los políticos  cambiarán y serán honestos y  pensarán en sus proyectos y en los más desvalidos. Se fueron tristes porque  nada de eso sucedió.

PP Luque, fundador de la revista de humor político Cascabel, se enfrentaba  desde su medio con los políticos corruptos y los dictadores, sus dibujos herían a los malandrines. En la dictadura de Banzer fue exiliado  y volvió a su país que amaba solamente de visita. Su casa era el refugio de los exiliados. Nos encontramos hace  seis años en el Museo Nacional de Arte,  optimistas, llenos de esperanza. Lloramos y nos abrazamos. Fue la última vez, murió en Guayaquil, en plena cuarentena, no pudieron enterrarlo rápidamente, su cuerpo estuvo peregrinando hasta que por fin, su exilio terminó en su patria adoptiva que ahora sufre por el desgobierno y la improvisación, como nosotros.

Carlos López,  cantautor, tuvo una brillante carrera  y formó parte de varios grupos de música boliviana  y de la nueva canción, como Savia Nueva, junto a  César y Jaime Junaro, con Música de Maestros.  Se apagó en Cochabamba, antes de salir a escena a cantarle a su tierra.

Cayo Salamanca, cariñoso hasta la médula, el músico de Kanata, que tocaba  vientos, concertina y  vivía  cerca a los cerros de Ovejuyo que semejan iguanas antediluvianas, paseando con su burro Jacinto. Creo que, en el fondo, era un ser triste. Muchos amigos le debemos las mejores noches  de nuestras vidas en el Bocaysapo donde tocaba la cueca Soledad.

Hace pocos días, después de sus sorpresivas visitas que hacía a los amigos, desapareció Adrían Villanueva, músico y lutier. Conservo un bello charango que salió de sus manos, lo conservo  como un objeto de arte.

Nos conocimos en  Colegio Nocturno Ayacucho, en el que tuvimos excelentes profesores, entre ellos al maestro normalista, jurista y médico Saúl Tellería,  que entraba a la sala con su  copete  como cresta y sus bigotes atusados como los de pintor Salvador Dalí, le decíamos  Gallo.  De él aprendimos lo que significa el Estado, el monstruo que envilece a los ciudadanos, sobre el matrimonio que solo es un contrato civil entre partes ante el Estado y el que el amor es el  sentimiento más grande que no cabe en  un papel. En una ocasión,  nos mandó a que demostráramos nuestras habilidades frente al público estudiantil,  porque se preocupaba por el futuro que nos esperaba para “defendernos” de la vida. Pasamos todos al escenario: unos a cantar, otros a contar chistes y otros a tocar. Adrián tocó su quena y el profesor Tellería le dijo: -De eso vas a vivir. Y así fue, Adrían Villanueva, amante de su pueblo indígena, nunca más  dejó la música   hasta que sus vientos  enmudecieron  en Londres.

¿Conocerán algo de estos  seres extraordinarios los políticos bolivianos? ¿Porque tenemos la fatalidad de creer en estos individuos que archivaron su frágil decencia en un oscuro galpón y saltan  a corromperse sin importarles la vida?¿ Entenderán algún día  los generales con sobrepeso y traje de guerra que invadieron la Asamblea Legislativa que estos  bolivianos amaban su patria sin condiciones, como el pueblo llano? No creo.

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