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[Nido del Cuervo] La prisión de la metamorfosis

[Nido del Cuervo] La prisión de la metamorfosis


“A partir de cierto punto en adelante no hay regreso.

Es el punto que hay que alcanzar”.

(Kafka. Cuadernos en octavo, 1917) (1)



La literatura de Kafka siempre se ha tratado de los límites. Los personajes y situaciones que en ella se narran siempre responden a la necesidad de llevar vivencias cotidianas hasta un punto en que estén al borde de trasgredir una medida, una línea marcada que condiciona el actuar o el pensar, pero no con el objetivo de tener una vaga idea de lo que podría pasar si se transgrede dicha medida; lo atrayente de sus relatos o sus novelas es que ninguno de los personajes logra transgredir los límites de su mundo. Eso se debe a que en el fondo Kafka nunca trató de escribir pensando en una literatura con el propósito de transgredir barreras, sino que sus personajes más bien trataban de imponerlas.

La mañana en que Gregorio Samsa se despierta convertido en un monstruo insecto, lo que llama la atención, lo que realmente fascina no es que le hayan crecido patas y un caparazón al personaje, eso podría ser terrible o repulsivo; lo interesante es que Kafka lo denomina “monstruo”. Un insecto, dependiendo de las fobias, puede resultar particularmente irritante, un ser muy desagradable, pero es tolerable. Sin embargo, un monstruo es algo que alcanza el límite de lo tolerable y es una concepción completamente humana porque lo monstruoso es algo que posee, o comparte, algo humano con el resto del mundo, pero al mismo tiempo está alejado de lo moral, lo legal, o lo civilizado.

Al comienzo del relato, Gregorio Samsa se convence de que todo lo nuevo que estaba ocurriendo era producto de un sueño muy profundo, algún tipo de alucinación, y que al despertar podría continuar con su rutina de todos los días. Esa fijación a lo cotidiano es lo durante gran parte de la novela mantendrá la esperanza de un retorno a su estado anterior.

La verdadera ilusión está en el convencimiento de la ilusión. Al mismo tiempo que Samsa se decía a si mismo que su estado de monstruo era reversible, intentó por todos los medios que su familia no lo encontrara convertido en insecto porque solamente ante el reconocimiento de otros es que su locura dejaría de ser tal y su cuerpo se convertiría en prisión.

Samsa era parte de un sistema, una relación simbiótica que se mantenía gracias a su intervención; una vez impedido aquel de continuar con su trabajo o sus relaciones familiares. el sistema colapsa, se destruye. Lo que nos narra Kafka en La Metamorfosis es el progresivo cambio que sufre la estructura social más primaria, la familia, hacia su destrucción, porque es ante el hecho de enfrentar lo intolerable de la situación de Gregorio Samsa por parte de sus padres y su hermana que se cuestionan los valores que mantienen al sistema funcionando (amor, lealtad, respeto), y es en ese cuestionamiento que todo empieza a desmoronarse.

Gregorio es paulatinamente empujado a permanecer recluido, el contacto humano que tiene con los miembros de su familia va disminuyendo conforme avanza la narración, y eso da lugar a pensar que el personaje de este cuento es un prisionero; es decir, se le dispensa el mínimo cuidado que necesita, pero se intenta de alejarlo lo más posible del mundo. Aunque, en el fondo, todos los miembros de su familia lo quieren ver muerto (es por esto que al final de la novela todos se sienten aliviados cuando Gregorio muere) debido a los valores que imperan en su mundo, sus familiares no pueden darle muerte y esa vida tan violenta que permanece es una constante molestia porque es una vida que lucha por escapar de su prisión.

Si bien Gregorio Samsa estuvo confinado a pasar lo último de su existencia en su habitación, la verdadera prisión era su propio cuerpo. Es posible escapar de los espacios de represión como las jaulas o las celdas, pero no es posible escaparse del cuerpo. Los intentos del personaje principal de escapar para retornar y formar parte del sistema nuevamente son, en realidad, los intentos de abandonar su cuerpo, que era lo único que le impedía retornar al mundo.

El cuerpo tiene una importancia capital en todo el relato: por un lado, es aquello que marca la diferencia significativa entre el personaje y el mundo, es la parte constitutiva del ser de Gregorio y lo que configura su identidad; por el otro lado el cuerpo se constituye en prisión, en el espacio de confinamiento del monstruo del que no debe escapar.

Entonces, hay una doble intención en el aprisionamiento del cuerpo: está el apartarlo de la sociedad porque su presencia es contraproducente (Gregorio Samsa ya no podía trabajar más, era una amenaza para su familia a nivel social), pero también está la intención de mantenerlo aislado hasta que se recupere de su condición y pueda volver a desempeñar su papel de sustento familiar, interpretando que lo que le pasaba a Samsa era tratable, una enfermedad.

Según Foucault, las sociedades que están dominadas por la clase burguesa tienden a encerrar a la masa no proletarizada ya sea en manicomios, prisiones o se les da muerte y se los acusa de ser enemigos del orden, esto se debe a que son justamente estos individuos alejados de la sociedad los cuales tienen el poder de cambiarla haciendo que entre en crisis. Y es esa la razón por la que al grupo que ejerce poder le conviene mantenerlos siempre aislados y antagonizados. (2)

Del mismo modo, Gregorio Samsa permanece confinado a su cuarto, pero ante todo a su propio cuerpo, porque todo lo que él es y todo lo que podría representar debe permanecer oculto o al menos reprimido ya que es una amenaza para todo el sistema, es una agente de destrucción y lo seguirá siendo hasta el final del relato.

Lo que Kafka logra mostrar con La Metamorfosis es la autocondena que el mismo personaje se hace, pero esto no debe entenderse de forma negativa. La condena de Samsa está en aceptar su situación, en lo que se ha convertido. Al mostrarse íntegro ante el mundo cuando se nos revela que el cuerpo del insecto no es realmente de un insecto, es entonces que se ve la naturaleza de lo diferente y el trato que se le da por parte del mundo, porque lo que es diferente puede convertirse en algo destructivo, desestabilizante, mortal. El temor que invade a Gregorio es el de verse separado del mundo, tan distante de la gente y de lo querido como si se encontrara en una prisión que se haya separado del todo que es la estructura.

Del mismo modo, aquellos excluidos por la sociedad buscan reintegrarse a ella, solamente que la sociedad ya nos los espera. Son los criminales, los mendigos, los viejos, etc. Son todos esos seres que escondemos tras grandes muros los que nos llenan de terror al cuestionarnos sobre todo aquello que valorábamos como correcto o verdadero, y los condenamos a cargar con sus “prisiones-cuerpos”, las cargan como manzanas sobre la espalda porque suelen ser heridas que nunca se cierran.

Si las sociedades se miden por cómo tratan a sus prisioneros. Deberíamos pensar en por qué hay prisioneros en primer lugar. Será porque cada mañana alguien se levanta y se siente único ante el mundo, y en la búsqueda del entendimiento con el otro es que se autocondena a permanecer aislado. En algún momento todos se identifican a sí mismos y se comprenden únicos, es la autoconciencia de la diferencia.

Kafka trataba de explicar la naturaleza del hombre que se siente encerrado en sí mismo, el relato de La Metamorfosis habla de la revelación que ocurre en un hombre que enfrenta la soledad en la condición más extrema que es la de estar apartado del mundo por estar preso en su propia identidad.

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(1) Cuadernos en octavo es una de las publicaciones póstumas de Kafka, editada por Max Brod, en la que se recopilan pensamientos y reflexiones del autor escritas en ese formato, era un tipo de encuadernado o empastado que media un octavo de un pliego de papel de la época.

(2) Cf. Foucault, Mitchel. Entrevista sobre la prisión. El libro y su método En Microfísica del poder. 1993, p 87-101



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