“Solo por hoy” inspira a César y Sergio a mantenerse “limpios”
En Narcóticos Anónimos (NA) somos como un club de amigos para mantenernos abstinentes, “limpios”, afirma Sergio. Se siguen los doce pasos por una fuerza de voluntad conjunta. Para evitar riesgos, cada uno tiene un padrino que le acompaña en el proceso de recuperación. “Solo por hoy” es el principio que aplican para su recuperación.
“Nuestra población es muy fiestera, con muchas tentaciones. Hay fechas particularmente difíciles como Carnaval, en las que los adictos nuevos se dejan llevar y recaen”, agrega .
En el grupo buscan tener la mente abierta, estar dispuestos a escuchar sugerencias. “Se trata de alejarse de lugares, de amigos y actitudes que nos recuerden el consumo de sustancias prohibidas. Nada es obligatorio, porque una de las características de la persona adicta es romper las reglas”, especifica.
Una de las razones por las que el grupo NA es atractivo es porque es voluntario, confidencial y gratuito. “No hay órdenes ni jerarquías. Es inclusivo. No hay discriminación por sexo, edad o religión. A veces hay adictos peleados y resentidos con Dios, hasta alaban al diablo”, dice.
Sergio agrega que, en principio, hay una negación, pero después se deja de consumir y se afronta la vida tal cual es, sin escapar. Se aprende a disfrutar de la familia.
Los integrantes de NA se autosustentan. No aceptan aportes externos ni donaciones ajenas. “Tenemos que valernos por nosotros mismos”, subraya. En la organización no hay un presidente. Hay representantes, delegados y secretarios para la coordinación de los voluntarios.
TESTIMONIO
César lleva 8 años y medio “limpio” y ratifica su deseo de dejar de consumir porque no quiere tener una vida controlada por las drogas.
Confiesa que la adicción es una enfermedad que aísla y separa de la familia, pero que es posible reconectarse, superar la impotencia e ingobernabilidad de la vida y que todo puede mejorar, ya que la felicidad no está fuera de su alcance.
“Solo por hoy practicaré mi programa para fortalecerme con el mundo”, dice al empezar el día.
En su adolescencia, César no participaba de las actividades de su familia ni del colegio. Prefería andar solo. No aprobaba la vida de los demás y juzgaba a todos. Muchas cosas le parecían “estúpidas y sin sentido”. Como no podía ser como los demás ni podía tener lo que ellos tenían, decidió romper con todo. En el colegio no deseaba llamar la atención, pero en realidad siempre trataba de ser diferente. Eso le llevó a vivir las cosas más rápido que los demás. Nunca fue a los festivales del colegio. Pedía a sus padres que su regalo de cumpleaños sea “no ir al colegio”. Tampoco le gustaban las reuniones familiares y si le obligaban a participar, sabía cómo causar molestia. Hacía chistes sarcásticos y no mostraba ningún interés por lo que hablaban.
ANTES DE LA DROGA
Su adicción comenzó antes de las drogas. De niño dependía de la comida y empezó a hurtar para satisfacer su gusto. “Robaba mucho dinero”, confiesa. Cuando llegaba a su casa y no había comida, se ponía furioso, en tanto que sus hermanos se reían. A los 8 años descubrió una nueva obsesión: la pornografía y a los 11, el alcohol. Después de una fiesta, sus padres se durmieron y César, por curiosidad, probó las bebidas alcohólicas. A los 13 consumía drogas. “Esto era lo que buscaba” se dijo.
Hoy César trabaja en un lugar con varios compañeros y hay momentos en los que se reúnen a hablar, pero él no participa. Trata de integrarse, pero le halla defectos a todos, porque los ve diferentes.
Desde que es abstemio, César pasa más tiempo con su familia. Volvió a casa de sus padres, prepara y comparte los almuerzos y disfruta de la compañía de sus hermanos y sobrinos.
También aprecia la amistad y confianza que despierta en nuevos amigos, pues tiene nuevos sentimientos y emociones.
Siente que perdió 14 años de su vida estando drogado, y hoy se siente feliz de ser parte de su familia y de tener una relación de pareja. Está agradecido por lo que tiene y por la segunda oportunidad que le dio la vida. “El programa NA me ha permitido poder ser yo mismo, y me ha permitido buscar mi lugar en el mundo sin miedo, sin vergüenza ni soberbia”, detalla César.
LA VIDA EN RIESGO
Sergio está próximo a culminar su carrera universitaria. Dice que pensaba que le gustaba salir con otros, pero en el fondo deseaba estar solo, porque al consumir solo tenía más cantidad de droga y más efecto. Primero era solo los fines de semana, luego día por medio y no recuerda cuándo pasó al consumo diario “de todo tipo de drogas”. Pasaron casi tres años sin que sus padres o maestros le descubrieran. Algunos de sus compañeros también consumían. “No quería que nadie se meta en mi vida”. Un día, una profesora dijo que sabía que consumía marihuana y otras cosas. Sergio recuerda haberse visto en uno de los enormes espejos de su colegio y supo que no podía seguir consumiendo de forma descontrolada e ingobernable.
Pidió ayuda a sus padres y se internó en un centro de rehabilitación de drogodependientes. Se sentían esperanzados porque creían que se podía curar. Al segundo día de estar internado, Sergio cambió de opinión, se desesperó y volvió a consumir dentro el centro, llevando a sus compañeros a recaer.
Su madre lloraba y sufría, pero a él no le importaba, porque seguía mintiendo y robando.
“Por la droga expuse mi vida. Me pusieron un arma en la cara y estuve a punto de caer de un quinto piso. También convulsioné por consumir sustancias y mi corazón se quería parar . Esas situaciones no se las deseo a nadie”, dice.
ABRAZO
Sergio llegó a un grupo de Narcóticos Anónimos y “quería rechazar el abrazo, pero me abrazaron y no había sentido ese afecto en mucho tiempo, nadie me abrazó así”, asegura.
En NA aprendió a vivir buenos y malos momentos. Encontró el equilibrio y con orgullo dice que lleva seis años “limpio”.
Antes de la droga, su adicción era mentir y robar. “Sentía placer al decir embustes, pero como las mentiras tienen patas cortas, mentí tanto que me descubrieron y me sentí desnudo. Cuando expones tus defectos de carácter, el consumo de drogas ya no es divertido”, agrega. Sergio agradece a NA y a su padrino, así como la oportunidad que le da la organización para crecer. Allí encuentra apoyo en momentos difíciles igual que sus compañeros(as), que se sienten fortalecidos cuando pierden familiares, rompen relaciones, sufren accidentes, pero sse mantienen “limpios” y siguen resistiendo.