Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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La foto del río Bravo

La foto del río Bravo
Hace ya un par de meses veo, de vez en cuando, familias venezolanas en las calles pidiendo prácticamente una limosna para sostenerse. Sé de otros que venden billetes de su país a cambio de unos pesos que les sirvan para el pan de ese día. No dudo de la solidaridad del pueblo boliviano y estoy seguro que en poco tiempo esas personas habrán alcanzado estabilidad y decidirán por permanecer en este país.

El fenómeno migratorio en nuestro continente se está convirtiendo en un asunto de interés mundial por temas políticos y sobre todo por cuestiones humanitarias.

La foto Óscar Martínez y su pequeña hija de menos de dos años muertos en el río Bravo en el intento de cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, además de estremecer el corazón latinoamericano, nos está diciendo que el continente entero debe intervenir en las políticas migratorias que pretenden ser impuestas por el presidente norteamericano Donald Trump y tomar medidas para mejorar las condiciones de vida y las oportunidades de este lado del mundo.

Está claro que la política migratoria de Trump es un fracaso. Pero al mismo tiempo es evidente su mentalidad colonizadora al pretender que México le haga el trabajo sucio para impedir la migración latina a Estados Unidos. Y más aún cuando presume que los latinoamericanos somos todos narcotraficantes. Su problema, el de Trump, no el del pueblo norteamericano, reside claramente en su ombligo. Sin embargo, hoy más que nunca, somos conscientes de que ni Trump ni su país son el centro del mundo y que muchos problemas planetarios podrían ser resueltos con un poco de sensatez por parte del Gobierno del norte.

Por otro lado, las condiciones de inseguridad en El Salvador y las escasas oportunidades que ofrecen países centroamericanos a sus habitantes provocan la búsqueda de mejores horizontes para las familias y sus hijos.

En El Salvador, por ejemplo, existe un toque de queda tácito. A partir de las 18:00 la gente ya no sale de sus casas por temor a las pandillas criminales que se apoderan de las ciudades. Las altas tasas de desempleo y los bajos niveles educativos obligan a las familias a buscar otras alternativas.

¿Qué estamos haciendo los latinoamericanos para ofrecer a nuestros hijos las mejores oportunidades de tal manera que vivan y se desarrollen en nuestros países?

La situación venezolana, si bien es distinta de la centroamericana, tiene en común el enorme flujo migratorio. Más de tres millones de venezolanos han salido de su país en busca de mejores condiciones de vida. Colombia ha recibido a más de un millón. No podemos cerrar las puertas a hermanos que nos piden apoyo, es irracional cerrar fronteras, como en su momento lo pretendió hacer Perú. Recordemos que Venezuela recibió a muchos exiliados de este lado del continente en los tiempos de dictaduras.

Pongámonos en el lugar de esas personas que han perdido sus ahorros, que se han visto desempleadas, que han vendido todo lo que tenían y que han decidido salir a buscar mejor suerte. Sé que no está en manos del ciudadano común la decisión de las políticas migratorias, pero sí que podemos ayudar al migrante cuando lo encontramos en la calle, cuando nos solicita un empleo o cuando nos ofrece algún producto. Ojalá que nuestra solidaridad impida que escenas como las del río Bravo se repitan.