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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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José Luis Torres, un peruano que hizo de Cochabamba su hogar

Después de tres años de estadía en Bolivia, el Cónsul de Perú se convirtió en uno de los personajes más carismáticos del cuerpo diplomático radicado en la Llajta. <BR>
José Luis Torres, un peruano que hizo de Cochabamba su hogar



Hace tres años, en un vuelo comercial procedente de Lima, Perú, arribó a Cochabamba José Luis Torres Seguin, para asumir el cargo de cónsul General de Perú en esta ciudad, una misión diplomática encomendada por el entonces presidente peruano, Ollanta Moisés Humala.

Tras a su llegada, y con el paso de los meses, una mezcla de emociones comenzó a gestarse en su interior. Gracias a su formación sociológica, realizó un análisis de la sociedad cochabambina en su sincretismo cultural, político y económico, conocimiento que le facilitó generar empatía con la tierra que lo había acogido. Desde entonces, José Luis Torres se hizo parte de la sociedad y se ha ganado el respeto de las personas por su carisma, simpatía, y por la franqueza de sus palabras: “Soy peruano, amo mi tierra... Pero también me siento enamorado de Cochabamba y, por ende, de Bolivia”. En una de estas tardes frías, la Revista Así se presentó en el consulado peruano para conocer más al hombre detrás del cargo diplomático. Aquel hombre que destina una parte de su jornada diaria a leer, hacer ejercicio, comunicarse con sus hijos y nietos a través de Skype y, tal vez, ingresar a la cocina para prepararse ceviche, uno de sus platos favoritos.

Al ingresar a su oficina en el consulado, lo primero que se aprecia es la bandera de su país, que ocupa un sitial preferencial de la habitación. También hay dos estantes para libros, copados por enciclopedias y literatura peruana; las paredes tienen cuadros y objetos que muestran la cultura y el arte que se desarrolla en su tierra, que se asemeja mucho a la boliviana.

Tras las presentaciones formales, comienza la conversación para conocer algunos detalles de su vida cotidiana, un tema al cual no está acostumbrado a darle prioridad y, por esta razón, en muchas ocasiones, tiende a mezclar su labor diplomática con su vida particular.

José Luis Torres nació en Lima, Perú, el 19 de julio de 1956. Actualmente tiene 62 años, 33 de los cuales los dedicó a la carrera diplomática. Después de culminar los 12 años de formación colegial, egresó en 1973 del primer colegio nacional del Perú, Nuestra Señora de Guadalupe.

Su carrera de formación es Sociología. “Esta es una de las profesiones más hermosas que puede tener el hombre. Con esos conocimientos trato de interpretar la realidad del país en el cual estoy, de manera objetiva. Esto me facilita vincularme con la gente nacional”, asegura José Luis Torres. Posteriormente, siguiendo su vocación diplomática, ingresó a la carrera de Relaciones Internacionales en su país, donde egresó como tercer secretario de su promoción, distinción que lo llevó a gozar de una amplia trayectoria, a lo largo de 33 años. Fue designado en misiones diplomáticas de Ecuador, Guatemala, Brasil, Argentina, Italia, Lima y Bolivia.

“No podría asegurar en qué país me sentí más cómodo, porque cada uno de ellos tiene su magia y su encanto”, aclara Torres. Y algo que no pudo evitar fue involucrarse en el tema gastronómico de cada ciudad, fue aprendiendo y diversificando su sazón. “Soy un cocinero autodidacta. Aprendí a amar la gastronomía cuando estaba en Italia; de ahí, ya no pude parar y me gusta aprender algo en cada país que visito”, cuenta con orgullo. Entre sus platos favoritos, y como no podría ser de otra manera, se encuentra el ceviche, y admite que le gusta más cuando él lo prepara. No tiene preferencia por algún tipo de pescado, solo que este debe ser fresco.

Su otra especialidad es la carne a la parrilla, y comenta que logró aprender una buena técnica gracias a sus estadías en Argentina y Brasil. Comenzó a combinar ambas técnicas, logrando un sabor muy particular, que es muy elogiado por sus invitados. “Soy muy buen anfitrión y me gusta atender personalmente a mis visitas. Cocinar para ellas es una manera de mostrar mi hospitalidad, y dicen que tengo muy buena mano”, dice José Luis Torres.

Otra de las aficiones del diplomático es su gusto por la lectura, especialmente de literatura que le ayuda a interpretar la situación

actual del país donde se

encuentra e identificar

los procesos históricos que incidieron en esa realidad.

“Hay que leer mucho para comprender la situación que atraviesa cada país. La lectura nos da un acercamiento al problema desde otra perspectiva y, además, es una manera de estar vigente y actualizado. Tengo una cierta preferencia por la literatura histórica, porque me ofrece un panorama general”, explica.

José Luis Torres tiene dos pasiones que fortalecen su espíritu y su cuerpo: la música y el deporte. “Soy un fanático de la ópera, el jazz y la bossa nova. Hay melodías que liberan el alma, me dan paz y tranquilidad”. Desde pequeño cultivó el hábito de la actividad física, motivo por el cual cada día realiza ejercicios en el gimnasio y, una vez a la semana, juega tenis. “No es un tema de vanidad, sí de salud. Creo que soy un deportista tranquilo, que le gusta la competencia justa y lo demuestra en la cancha”, asegura.

Antes de finalizar, el cónsul habla de sus amores, sus dos hijas, Mercedes y Claudia, que ya lo convirtieron en un feliz abuelo de tres nietos y que tampoco viven en Perú. José Luis Torres tiene la dicha de poder reunirse una vez al año con su familia, cuando todos comparten la dicha de comunicarse directamente a través de conversaciones, besos y abrazos. “Estoy muy contento con mi rol de abuelito, por suerte la tecnología es muy benévola y me permite estar más presente en la vida de mis nietos”, finaliza este hombre que ha convertido a Cochabamba en su hogar, durante el tiempo que esté designado como Cónsul del Perú l