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John Hersey: el drama y horror después de la bomba de Hiroshima

Este 31 de agosto se cumplen 73 años de la publicación de un reportaje sobre el ataque nuclear del 6 de agosto de 1945 en Japón, y que ha sido elogiado como uno de los mejores escritos del periodismo hasta la fecha. <br>
John Hersey: el drama y horror después de la bomba de Hiroshima

Titulado simplemente “Hiroshima”, el artículo       de 30 mil palabras, escrito por John Hersey para la revista The New Yorker, tuvo un impacto masivo al revelar el absoluto horror de las armas nucleares a una generación de la posguerra. Así lo describe la documentalista británica Caroline Raphael.
Tengo una copia original de la edición de la revista The New Yorker del 31 de agosto de 1946. Tiene una portada muy inocua; un encantador, fresco y despreocupado dibujo de un verano en el parque.
En la contraportada hay una imagen de los directores técnicos de los equipos de béisbol Gigantes y Yankees de Nueva York exhortando a los lectores a siempre comprar cigarrillos Chesterfield.
Después de las páginas de la agenda de la ciudad y los anuncios de cartelera, pasando los elegantes avisos publicitarios de diamantes y abrigos de piel, te encuentras con una simple declaración editorial que explica que esta edición está dedicada a un solo artículo "sobre la    casi completa erradicación de una ciudad por la bomba atómica".
Tomaron esa decisión, dijeron, por estar "convencidos de que algunos de nosotros todavía no entendemos el increíble y absoluto poder destructivo de esta arma      y que todos debiéramos tomarnos el tiempo para considerar las terribles implicaciones de su uso"

Hace 73 años nadie hablaba de reportajes volviéndose "virales" pero la publicación del artículo “Hiroshima” de John Hersey en The New Yorker logró precisamente eso.
Fue discutido, comentado, leído y escuchado por muchos millones de personas en todo el mundo, a medida que empezaban a comprender lo que había sucedido en realidad, no solamente a la ciudad sino a los habitantes de Hiroshima ese 6 de agosto de 1945 y en los días posteriores.
Fue en la primavera de 1946, cuando John Hersey, un condecorado corresponsal de guerra y galardonado novelista, recibió la comisión de The New Yorker para ir a Hiroshima. Esperaba escribir un artículo, como otros lo habían hecho, sobre el estado de la devastada ciudad, los edificios, la reconstrucción, nueve meses después.
Los lectores que enviaron cartas a The New Yorker escribieron de su vergüenza y horror que personas comunes y corrientes como ellos, secretarias y madres, médicos y sacerdotes, hubieran soportado semejante terror. Durante el viaje cayó enfermo y recibió una copia del libro "El Puente de San Luis Rey", de Thorton Wilder. Inspirado en la narrativa de Wilder  sobre las cinco personas que cruzaron el puente cuando se desplomó, Hersey decidió que su reportaje  sería sobre personas en lugar de edificios

Fue esa simple decisión la que separa a “Hiroshima” del resto de los artículos de la época.
Una vez en la ciudad japonesa, encontró sobrevivientes de la explosión cuyas historias relataría, empezando por los minutos antes de que la bomba fuera lanzada. Muchos años después describió el horror que sintió y cómo solo pudo quedarse unas semanas nada más

Hersey regresó con todos estos relatos a Nueva York. Pensó que si los enviaba desde Japón, las posibilidades de que fueran publicados eran remotas; los anteriores intentos de sacar del país fotos, película o reportajes habían sido interceptados por las fuerzas de ocupación de Estados Unidos. El material era censurado o incautado, algunas veces simplemente desaparecía.

JOHN HERSEY- 1914-1993


Los editores de Hersey, Harold Ross y William Shawn, sabían que tenían algo extraordinario, único, y la edición se preparó en completo secreto. Nunca antes se le había dado todo el espacio editorial de la revista a un solo reportaje y no ha vuelto a ocurrir desde entonces

Los periodistas que esperaban la publicación de sus artículos en la edición de esa semana se preguntaban dónde estaban sus pruebas  de imprenta. Doce horas antes de la publicación, se enviaron copias a todos los principales diarios de EE.UU., una medida inteligente que resultó en editoriales exhortando a todos a leer la revista.
La BBC leyó todo el artículo durante cuatro noches consecutivas en un nuevo espacio, a pesar de las reservas de algunos jefes preocupados por el impacto emocional sobre los escuchas.
Todo el tiraje de 300 mil ejemplares se agotó y el artículo fue reimpreso en muchos otros periódicos y revistas por todo el mundo, excepto en los lugares donde había racionamiento de material impreso

El Club del Libro del Mes de EEUU envió una edición especial gratis a todos sus subscriptores porque, en las palabras de su presidente, "encontramos difícil de concebir cualquier otro escrito que pudiera ser más importante en este momento para la raza humana".
Dos semanas después, una copia de The New Yorker de segunda mano se vendió por 120 veces su precio original

Si “Hiroshima” demuestra algo como texto de periodismo es el poder eterno de la narración. John Hersey combinó toda su experiencia como corresponsal de guerra con sus habilidades de novelista.
Fue una muestra de periodismo radical que le dio una voz vital a aquellos que apenas un año antes habían sido enemigos mortales

En ese panorama catastrófico de pesadillas vivientes, de personas medio muertas, de cuerpos quemados y chamuscados, de intentos desesperados por cuidar de sobrevivientes destrozados, de vientos calientes y de una ciudad consumida por incendios conocemos a la señora Sasaki, al reverendo Tanimoto, a la madre Nakamura y sus hijos, al sacerdote jesuita Kleinsorge y los doctores Fujii y Sasaki.
Los pueblos de Asia habían sido demonizados desde antes del ataque japonés a Pearl Harbor. La "amenaza amarilla" de las tiras cómicas había calado profundamente en la psiquis estadounidense.
En 1941, la revista Time-Life publicó un artículo extraordinario para explicarle a los lectores cómo diferenciar a un japonés de un chino: "Cómo distinguir a tus amigos de los japos". Se informó que el piloto del Enola Gay -el avión que cargaba la bomba- dijo haberse sentido como el héroe de ciencia ficción “Roldán el Temerario”, el día que la lanzó.
Así que, apenas un año después de la guerra, estos seis retratos íntimos de cinco hombres y mujeres japoneses y uno hombre occidental, cada uno de los cuales "vio más muerte de la que jamás pensó que vería", tuvieron un impacto inesperado y devastador.
John Hersey no fue el primero en informar desde Hiroshima pero los reportajes y noticieros cinematográficos habían sido una avalancha de números demasiado grandes para comprender.

Habían reportado sobre la destrucción de la ciudad, el hongo nuclear, las sombras de los muertos en los muros y las calles pero nunca se acercaron a aquellos que sobrevivieron esos días del fin del mundo, como lo hizo Hersey.

“Hiroshima” fue la primera publicación que hizo que personas comunes, en ciudades distantes, en sus quehaceres cotidianos, enfrentaran la miseria del síndrome de irradiación aguda, comprendieran que se podía sobrevivir la explosión y todavía morir por sus efectos posteriores.

Tales fueron las repercusiones del artículo de Hersey, y el gran apoyo público del científico Albert Einstein, que el entonces secretario de Guerra de EEUU, Henry Stimson, escribió una réplica en una revista: "La decisión de usar la bomba atómica", una desafiante justificación para lanzar el arma, cualesquiera que fueran las circunstancias.

Cuando la noticia del extraordinario artículo llegó a Gran Bretaña, resultó demasiado largo para su publicación en una época de racionamiento de papel impreso y John Hersey no permitía que fuera editado.

Así que la BBC siguió el ejemplo de la radio en EEUU y, unas seis semanas después, fue leído en su totalidad a lo largo de cuatro noches consecutivas en un nuevo espacio, a pesar de las reservas de algunos jefes preocupados por el impacto emocional sobre los escuchas.

La revista de la BBC, Radio Times, comisionó al celebrado autor y locutor Alistair Cooke a escribir una larga pieza de fondo.
Los índices de audiencia fueron tan altos que la radio decidió retransmitir la lectura en su estación de programación popular en una sola leída, unas semanas después, para asegurar que más personas la escucharan.

Esa estación tenía como misión, de acuerdo al manual de la BBC de ese año, "entretener a los escuchas e interesarlos en actualidad mundial general sin olvidar el entretenimiento". Hubo poco entretenimiento en este programa de dos horas.
El crítico del diario The Daily Express, Nicholas Hallam, dijo que fue la trasmisión más horripilante que jamás había escuchado.
La BBC también invitó a John a ser entrevistado y su respuesta por telegrama se encuentra en los archivos de la corporación: "Hersey muy agradecido invitación BBC interés y cobertura ‘Hiroshima’ pero siempre mantenido política dejar la historia hablar por sí sola sin palabras adicionales mías u otros".

En efecto, Hersey concedió únicamente tres o cuatro entrevistas durante toda su vida. Tristemente, ninguna para la BBC. Una grabación de la lectura de “Hiroshima” en 1948 se encuentra todavía en los archivos de esta agencia.
Ese noviembre, “Hiroshima” fue publicado en formato de libro. Fue rápidamente traducido a muchos idiomas, incluyendo una edición en braille.

Sin embargo, en Japón, el general Douglas MacArthur, el comandante supremo de las fuerzas de ocupación y que gobernó Japón hasta 1948, prohibió rotundamente la difusión de cualquier reportaje sobre las consecuencias de los bombardeos.
Las copias de los libros y la edición pertinente de The New Yorker fueron vetados hasta 1949, cuando el texto finalmente fue traducido al japonés por el revevendo Tanimoto, uno de los seis sobrevivientes en el artículo de Hersey.

El periodista nunca se olvidó de esos sobrevivientes. En 1985, en el aniversario 40 de la bomba, regresó a Japón y escribió "Las Secuelas", la historia de lo que había sucedido con ellos en el transcurso de cuatro décadas. Dos de ellos ya habían muerto, uno —sin duda— de una enfermedad relacionada
a la radiación.

LOS SEIS PERSONAJES

1. Toshiko Sasaki: secretaria en una fábrica
de unos 20 años que se encontraba a 1.500 metros del centro de la explosión, con una lesión horrible en la pierna.
2. Reverendo Kiyoshi Tanimoto: un pastor
de la Iglesia Metodista Hiroshima que padece de síndrome de irradiación aguda

3. Hatsuyo Nakamura: la viuda de un sastre que murió prestando servicio en Singapur
y tiene hijos menores de 10 años

4. Padre Wilhelm Kleinsorge: un sacerdote jesuita alemán que siente la presión de ser
un extranjero en Japón y sufre de exposición
a la radiación

5 y 6. Los doctores Masakazu Fujii y Terufumi Sasaki: dos médicos temperamentalmente opuesto