Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
  • Actualizado 09:38

La isla de Maldivas que busca vencer al mar

Hulhumalé es el nuevo arrecife de coral que se creó desde cero para  generar viviendas  y empleos a los isleños que vivían hacinados. Será una ciudad totalmente inteligente.  
La isla de Maldivas que busca vencer al mar

Esparcidas por el Mar Arábigo, al suroeste de Sri Lanka e India, Maldivas es el rostro de un idilio tropical de ensueño para los viajeros de todo el mundo, que vuelan para disfrutar de atolones de coral perfectos.

Pero quizás ninguna otra nación del mundo se enfrente a una amenaza medioambiental tan grande como Maldivas. Sus lujosos resorts de playa pueden ser mundialmente famosos, pero con más del 80% de sus 1.200 islas ubicadas a menos de 1 metro sobre el nivel del mar, el incremento de los océanos amenaza su existencia.

"Somos uno de los países más vulnerables de la Tierra y por tanto necesitamos adaptarnos", dijo el vicepresidente del país, Mohammed Waheed Hassan, en un informe del Banco Mundial de 2010 que advirtió cómo, con las tasas previstas de aumento del nivel del mar, las casi 200 islas habitadas de forma natural podrían quedar sumergidas para el 2100.

En 2008, el entonces presidente Mohamed Nasheed fue noticia mundial al anunciar un plan para comprar tierras en otro lugar para que sus ciudadanos pudieran reubicarse en caso de que las islas se hundieran. Ese proyecto los llevó a pensar si sería mejor adaptarse al mar en lugar de combatirlo, median-te la construcción de edificios urbanos flotantes, igual que se ha hecho en ciudades como Ámsterdam.

Pero en Maldivas optaron por una forma diferente de geoingeniería: la creación de una ciudad del siglo XXI, apodada la Ciudad de la Esperanza, en una nueva isla artificial bautizada como Hulhumalé.

Antes de la pandemia de COVID-19, los turistas podían visitar la nueva ciudad isleña en construcción a unos ocho kilómetros de la capital, Malé, subiéndose a un autobús que los llevaba desde el aeropuerto. Sin embargo, pocos de los que van a Maldivas piensan en los problemas sociales que Hulhumalé pretende resolver. 

Con más de 500.000 habitantes repartidos por el archipiélago, la prestación de servicios es una pesadilla logística que agota los recursos. La falta de oportunidades laborales es otra, lo que eleva el desempleo juvenil a más del 15%, según un informe de 2020 del Banco Mundial.

Además del riesgo de la inmersión a largo plazo, el aumento de la erosión costera también amenaza 70% de la infraestructura (viviendas, edificios y servicios públicos) ubicada en los primeros 100 metros de las costas.  También preocupa la invasión de los mares salados que contaminan las preciadas fuentes de agua dulce y los riesgos que plantean los desastres naturales, como el tsunami de 2004 que mató a más de 100 personas. 

La recuperación de tierras puesta en marcha utiliza millones de metros cúbicos de arena extraída del lecho marino y eso ha elevado la nueva isla a más de dos metros sobre el nivel del mar. El creciente proyecto se considera un nuevo asentamiento vital para aliviar el hacinamiento que actualmente padece Malé, donde más de 130.000 personas viven en casi 2.5 kilómetros cuadrados.

UN PROYECTO AMBICIOSO

La primera fase de la recuperación de tierras de Hulhumalé, que consta de 188 hectáreas, comenzó en 1997 y se completó en 2002. 

Dos años después, la isla celebró la llegada de sus primeros 1.000 habitantes. En 2015 se completó la recuperación adicional de 244 hectáreas de tierra y, a fines de 2019, más de 50.000 personas ya vivían ahí. Pero las ambiciones para Hulhumalé son mucho mayores y eventualmente se prevé que albergue hasta 240.000 personas para mediados de la década de 2020. 

Esta visión incluye una mezcla diversa de viviendas de calidad, nuevas oportunidades de empleo y espacios recrea-tivos abiertos, una oferta tres veces más grande para cada habitante de lo que ofrece Malé, según Areen Ahmed, director de la Corporación de Desarrollo de Vivienda (HDC) que supervisa la Ciudad de la Esperanza.

En contraste con la naturaleza no    planificada y superpoblada de Malé, Hulhumalé fue diseñada con muchos proyectos urbanos verdes. "Los edificios están orientados de norte a sur para reducir la acumulación de calor y mejorar el confort térmico. Las calles están diseñadas para optimizar la pe-netración del viento, reduciendo la dependencia del aire acondicionado. Y las escuelas, mezquitas y parques del vecindario se encuentran a una distancia a pie de 100 a 200 metros de los edificios residenciales, lo que reduce el uso de automóviles", asegura Ahmed. 

Los autobuses eléctricos y los carriles para bicicletas forman parte del nuevo paisaje de la ciudad. También se satisfacen diversas necesidades de vivienda sociales, de lujo y de gama media. 

Hay casas asequibles disponibles para grupos específicos, incluidas mujeres solteras y afectados por el desplazamiento y los desastres. Se han realizado consultas detalladas para garantizar que las personas con discapacidades tengan acceso a la vivienda y el entorno en general.

Las envidiables propuestas de infraestructura digital complementan las iniciativas ecológicas y la planificación social, dice Ahmed, quien describe a Hulhumalé como "la primera ciudad inteligente 100% habilitada digitalmente de Asia", con acceso rápido a internet para los residentes basado en la tecnología de fibra óptica conocida como GPON (Gigabit Passive Optical Networks).

Sin embargo, este proyecto despertó la alerta de los expertos en medioamiente, quienes creen que se puede dañar a los arrecifes naturales y crean grandes se-dimentos. Aunque, en contra posición, otros aseguran que la Ciudad Esperanza puede ser menos dañina que las cons-trucciones que ya existen en Maldivas y se puede evitar ingresar a otras zonas que permanecen vírgenes. 

Autoridades esperan que este lugar se convierta en un sitio potencial para turismo médico y deportivo .l