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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 15:53

¿Los niños deben tener responsabilidades?

Muchos errores que los padres cometen con sus hijos es no darles la confianza necesaria para que ellos asuman un rol activo en el día a día . Conoce qué tan perjudicial es eso. <br>
¿Los niños deben tener responsabilidades?


FOTO: STATIC.PUNJABKESARI.COM" vspace="" hspace="" border="0" align="top">Los niños no son huéspedes a largo plazo en nuestros hogares. Son personas en constante aprendizaje, y por ello, darles  responsabilidades acordes a su edad y madurez desde temprano les ayudará a mejorar su autoestima y aumentar su independencia


No podemos olvidar que la felicidad también depende de la sensación de competencia, de ser valorados por lo que somos y lo que podemos hacer.

Ahora bien, si hay algo que debemos admitir sobre el aprendizaje de la vida es que requiere tiempo y hábiles esfuerzos de nuestra parte. En ocasiones, como bien sabemos, nos es mucho más fácil llevar a cabo nosotros mismos todas las responsabilidades del hogar. Acabamos antes y el resultado es mejor. Además, evitamos discusiones y cada cual invierte tiempo en lo suyo; los niños jugando y los adultos en su mundo de “grandes”.

Asumir esta última perspectiva trae serios efectos colaterales.
La primera es evidente: llegará un día en que esos niños alcancen la madurez y no sepan asumir los actos propios de su edad. La segunda es la frustración, tanto nuestra como la de ellos. No haberles iniciado antes en la materia troncal de la vida, como es la responsabilidad, ocasiona grandes malestares. Y ellos, por su parte, se sentirán perdidos y enfados al tener que asumir de un día para otro tareas que les sobrepasan.

La responsabilidad va más allá de tender la cama, ayudar a poner la mesa o sacar a pasear a nuestro perro. Una persona con estas características es aquella que sabe reaccionar ante las adversidades cotidianas, grandes o pequeñas. Es también alguien que tiene iniciativa, que aprende de sus errores, que sabe diferenciar entre lo mío y lo tuyo, que entiende que alcanzar ciertas metas requiere esfuerzo y que si se llevan a cabo por uno mismo la satisfacción es inmensa

La educación se inicia casi desde el minuto cero de vida. Lo hacemos estableciendo rutinas, hábitos o costumbres. Por ello, no hay que esperar a que los pequeños tengan 8, 9 o 12 años.

Un ejemplo: si de un día para otro le pedimos a un niño que asuma una serie de tareas en el hogar, lo que encontraremos es oposición, desgana y resistencia. Ahora bien, si empezamos a introducir en sus rutinas responsabilidades muy básicas desde que tienen tres o cuatro años, y todos en casa asumen las suyas también, lo normalizarán por completo.

Sabemos que los pequeños también deben hacer cosas, pero ¿cuáles exactamente? ¿qué actividades pueden asumir y qué no? Estas son preguntas muy comunes y, a veces, se suele poner un listado partiendo de sus edades.

Ahora bien, hay un detalle que debemos saber. La edad de un niño no es una referencia objetiva para todo, solo es un punto de partida

Habrá niños de seis años más maduros que otros. Habrá chicos y chicas que, por diversas circunstancias, no puedan asumir aún determinadas prácticas.

Lo más seguro es utilizar la lógica y ver el progreso de cada uno. A medida que nos demuestren su solvencia podemos darles otras tareas siempre y cuando se garantice su seguridad y podamos con ello mejorar su autoestima y madurez

A la hora de dar una responsabilidad a un niño hay que tomar conciencia de un aspecto: pueden fallar, equivocarse o descuidar algún detalle. Lo último que debemos hacer en estos casos es sancionar, criticar o enfadarnos.

Hay que recordar que las responsabilidades son también procesos de aprendizaje altamente valiosos. Por ello, lo más adecuado es hacer uso del refuerzo positivo, ser pacientes, confiar en ellos y darles el ejemplo.

Los desafíos pueden ser muy motivadores en la mente infantil ya que los anima a poner en práctica increíbles procesos como la planificación, la imaginación y el ensayo. Todo con tal de lograr su objetivo inicial.