Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 15:52

¿Desarrollo sostenible ¡Sí, claro!

¿Desarrollo sostenible ¡Sí, claro!
El desarrollo sostenible (DS), brevemente definido como aquel que no comprometa los recursos de generaciones futuras, se ha convertido en una excusa para continuar la depredación del planeta y en arma proselitista tanto para la derecha como para la izquierda. En nombre del DS se gastan billones alrededor del mundo estableciendo economías, programas y proyectos a todo nivel. Podríamos decir, que es “cool” declararse un seguidor de la idea y es doblemente “cool” participar en alguna tarea que lleve el rótulo “sostenible”.

A pesar de que incluso la ecología ha sido contaminada con la idea del DS, es ridículo pensar en este desarrollo desde las ciencias biológicas, esto simple y llanamente porque la población humana tiene un tipo de crecimiento que rebasa la capacidad que cualquier ecosistema tenga para sustentarla. Todo grupo humano, dado un tiempo, siempre logra desequilibrar su entorno debido al incremento de sus miembros y al progreso de la agricultura y medicina, lo que posibilita la sobrevivencia de un mayor número de individuos en cada generación. No es un accidente que después de la revolución industrial de los 1800, la curva de crecimiento de la población humana haya ascendido de tal manera que más del 6 por ciento de todos los humanos que han vivido en el planeta, lo han hecho en tan solo los últimos 220 años de los 315.000 de su historia como especie.

Es cierto que las tasas de crecimiento son cada vez más lentas, es decir, a la población mundial le toma cada vez un lapso más largo duplicar el número de individuos, pero el hecho es que la humanidad se está multiplicando, ocupando cada vez mayor espacio y demandando cada vez mayores cantidades de recursos, los que a su vez requieren de más espacio para su explotación, producción y procesamiento.

En suma, el DS no es posible debido a nuestra alta tasa reproductiva. En Bolivia, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas, una adolescente menor de 14 años queda embarazada cada 3 horas y en el mundo nacen casi un cuarto de millón de bebés por día. En lo que va del año 2019 se han sumado al mundo casi 61 millones de personas.

Las proyecciones indican que nuestro país tendrá más de 13 millones de habitantes para el 2050 y que el 83 por ciento de esa población vivirá en condición urbana. Esto justo en el momento en que la humanidad haya acabado con 50 por ciento de la vida sobre la tierra y que el promedio de temperatura mundial haya rebasado un incremento de 3 grados centígrados. Las consecuencias están claras para expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), además de las catástrofes ambientales que ese escenario prevé (varias de las cuales que ya están en pleno efecto), habrá muchísimo menos espacio para el efectivo crecimiento humano, evidenciando que el DS es y será una mera falacia.

El Gobierno y otras instancias afines deben dejar ya de importar ideas foráneas que lo único que hacen es atraparnos en la espiral de nuestra propia destrucción. Bien podríamos pensar por cuenta propia, porque sí contamos con los recursos humanos y económicos, e inventar mil modos de revertir la hecatombe. Después de todo amamos nuestra casa y nuestra vida, y sabemos que vale la pena salvar el entorno en el que vivimos, ¿verdad?