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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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La Fundación Milenio y la mujer

La Fundación Milenio y la mujer
Por el 8 de marzo, la Fundación Milenio lanzó el Nº 19 de su Serie Análisis titulado “Nuevas ideas para un enfoque fresco de las políticas de género” de Henry Oporto. Me parece muy interesante una mirada masculina a esto que hasta hace poco solo nos convocaba a las mujeres. Empecemos por lo positivo. Oporto propone una nueva agenda sobre un sistema de protección a las mujeres que vaya más allá de transversalizar el enfoque de género en el diseño de las políticas públicas, cuyo fin sea impulsar un salto social en la vida de las mujeres bajo premisas de integralidad, complementariedad y soporte mutuo; su interés atiende a varias de las problemáticas que enfrentamos las mujeres, a saber: la violencia, la brecha salarial, la salud en general y la salud sexual y reproductiva en particular y su prerrogativa, el del aborto, e imprescindible, la economía del cuidado.

Si bien existen ideas altamente rescatables, cuestiono algunos puntos de la propuesta que me provocan ruido. Por ejemplo, el apoyar la economía del cuidado para facilitar su ingreso laboral, cuando el problema no es el ingreso sino la desigualdad de oportunidades donde las políticas debieran apuntar a que todos asuman el compromiso por la vida. O la de un bono que esté destinado a la familia y no específicamente a promover las capacidades de las mujeres. Otro punto, que me hace parar la oreja, es el abordaje al tema de la paridad y alternancia. En el documento se cuestiona sus actuales resultados ¿argumentos? que la paridad no garantiza que las mujeres secunden la agenda de género, la reproducción de prácticas machistas y patriarcales en la gestión de poder y su instrumentalización política y simbólica, “en particular de las mujeres de origen indígena que acceden a puestos jerárquicos para los cuales no tienen oficio, preparación ni trayectoria, y por lo cual el resultado puede no ser otro –como de hecho ocurre- que la deslegitimación del desempeño de estas mujeres en la función pública y la frustración sobreviniente”

¿Soluciones? Apostar por un proceso gradual de inclusión de mujeres en las instancias de representación de la sociedad civil y en los directorios de las empresas, como ejercicio preparatorio eficiente que facilitaría luego su acceso a altos cargos de la política y de la administración estatal. Recuperar el protagonismo en la formación política partidaria y de las ONG, fortaleciendo el diálogo y articulación con otros colectivos de mujeres y de base popular como condición necesaria para que la lucha de las mujeres sea políticamente eficaz y contribuya a la recuperación y consolidación democrática de Bolivia.

En este punto particular, la propuesta devela, por un lado, un matiz reaccionario al cuestionar como lo hace la participación de las mujeres, peor cuando incide en la crítica a las mujeres indígenas, negando su agenda, sus luchas y sus propias estrategias que las tienen. También tiene un tinte elitista al cifrar sus expectativas en un proceso de capacitación paulatino y excluyente que concede graciosamente su articulación con colectivos de base popular. Anacrónico, porque en realidad es un programa ya cumplido hegemonizado por mujeres urbanas y de clase media, correspondiente al feminismo denominado de la tercera ola. Creo yo, bajo la égida de la nueva primavera feminista, donde cobran vigencia movimientos como el Ni Una Menos, o el Me Too, cualquier propuesta debiera tomar en cuenta lo siguiente: la revitalización del feminismo a partir de la irrupción de nuevas corrientes, la nueva sociedad civil desarticulada de las tiendas políticas; el impacto de la mundialización donde juegan un papel importante las nuevas tecnologías y la industria cultural, y la incorporación de nuevos temas de abordaje, como el del medio ambiente, entre muchos otros que son los que marcan las nuevas agendas, y que el caso de la paridad debe ser completado, pero sin retrocesos, sin pausas y sin concesiones.