Extraño a mis estudiantes
El interminable Eduardo Galeano contaba que fueron los “vínculos humanos” los que le ayudaron a superar sus momentos críticos en el exilio. Ahí encontré el clavo de mis angustias académicas durante esta cuarentena de clases virtuales: ¡me hacen faltan esos “vínculos” con mis estudiantes!
Primer día de clases: “tengo para cada uno de ustedes un papelito, ahí verán el nombre de un animal; a continuación, en silencio total, se arremolinan entre todos y, durante dos minutos, solo con gestos, miradas, toques y lo que se les ocurra, deberán encontrarse entre los de la misma especie: así quedarán formados nuestros grupos de trabajo. ¿Listos? ¡Ya!”.
Y entonces afloraban manos simulando garras, rodillas en el suelo moviendo el trasero, brazos convertidos en alas, correteos, empujones, risas…. Después, nos sentábamos en círculo los “gatos”, los “elefantes”, las “cigüeñas” y empezábamos a cultivar nuestros “vínculos”. Era así, mi recordado Galeano.
Otra: “Vamos a memorizar nuestros nombres; nos ponemos en círculo, cada uno menciona su nombre y, con la misma letra inicial, dice lo que le gusta comer; los demás van repitiendo lo que dijeron sus antecesores”.
Y en medio de carcajadas frescas, se presentaba el “Saúl Sillpancho”, la “Teresa Tranchapecho”, el “Mario Mondongo”, la “Leticia Lengua”, “apellido” que les acompañaba durante todo el semestre y, a veces, hasta más allá…
Fueron “vínculos” que superaban palabras y tiempos, querido Eduardo.
Estupidez sería subestimar y no usar el gran apoyo que ofrecen hoy las nuevas tecnologías a los procesos educativos. Sí, claro, ellas también son generadoras de “vínculos”, pero de otro tipo ¿no?
Por ahora extraño el “numérense como soldados, gritando y sacudiendo el cachete hacia la derecha”; “tienes cara de no haber entendido”; “déjenme espacio para que pueda caminar entre las bancas”; “no olviden que hoy ensaya la Tarqueada”; “te pusiste colorado”; “hablaré más despacio para no despertarlo”, y el chiste inesperado, ese olor a aula, a jardines, a cafetería con voces encendidas…
Extraño esos “vínculos”: sus miradas y hasta sus manos. ¿Sucumbiré en este virulento exilio, mi buen amigo Galeano?
CONSTRUIR COMUNIDAD
FERNANDO ANDRADE RUIZ
Ph. D. en Comunicación e Información