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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Extraño a mis estudiantes

Extraño a mis estudiantes

El interminable Eduardo Galeano contaba que fueron los “vínculos humanos” los que le ayudaron a superar sus momentos críticos en el exilio. Ahí encontré el clavo de mis angustias académicas durante esta cuarentena de clases virtuales: ¡me hacen faltan esos “vínculos” con mis estudiantes!

Primer día de clases: “tengo para cada uno de ustedes un papelito, ahí verán el nombre de un animal; a continuación, en silencio total, se arremolinan entre todos y, durante dos minutos, solo con gestos, miradas, toques y lo que se les ocurra, deberán encontrarse entre los de la misma especie: así quedarán formados nuestros grupos de trabajo. ¿Listos? ¡Ya!”.

Y entonces afloraban manos simulando garras, rodillas en el suelo moviendo el trasero, brazos convertidos en alas, correteos, empujones, risas…. Después, nos sentábamos en círculo los “gatos”, los “elefantes”, las “cigüeñas” y empezábamos a cultivar nuestros “vínculos”. Era así, mi recordado Galeano.

Otra: “Vamos a memorizar nuestros nombres; nos ponemos en círculo, cada uno menciona su nombre y, con la misma letra inicial, dice lo que le gusta comer; los demás van repitiendo lo que dijeron sus antecesores”.

Y en medio de carcajadas frescas, se presentaba el “Saúl Sillpancho”, la “Teresa Tranchapecho”, el “Mario Mondongo”, la “Leticia Lengua”, “apellido” que les acompañaba durante todo el semestre y, a veces, hasta más allá…

Fueron “vínculos” que superaban palabras y tiempos, querido Eduardo.

Estupidez sería subestimar y no usar el gran apoyo que ofrecen hoy las nuevas tecnologías a los procesos educativos. Sí, claro, ellas también son generadoras de “vínculos”, pero de otro tipo ¿no?

Por ahora extraño el “numérense como soldados, gritando y sacudiendo el cachete hacia la derecha”; “tienes cara de no haber entendido”; “déjenme espacio para que pueda caminar entre las bancas”; “no olviden que hoy ensaya la Tarqueada”; “te pusiste colorado”; “hablaré más despacio para no despertarlo”, y el chiste inesperado, ese olor a aula, a jardines, a cafetería con voces encendidas…

Extraño esos “vínculos”: sus miradas y hasta sus manos. ¿Sucumbiré en este virulento exilio, mi buen amigo Galeano?

CONSTRUIR COMUNIDAD 

FERNANDO ANDRADE RUIZ 

Ph. D. en Comunicación e Información

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