A FONDO. EL SOPORTE DETRÁS DEL VOLUNTARIADO
Las esposas y mamás acompañan la “inextinguible” pasión de voluntarios
La vocación de un bombero voluntario es “inextinguible” y así lo asumen los familiares de estas personas que decidieron por este servicio.
Esposas y esposos, padres de familia, además de otras personas, incluso anónimas, son el soporte para que los voluntarios puedan continuar con su labor frente a los incendios y otros eventos.
La convivencia familiar es menor. Las preocupaciones son mayores.
ESPOSA
Lorena y Antonio (nombres cambiados) se casaron hace seis años. Ella cuenta que al aceptar casarse también aceptó estar con un bombero voluntario. “Y el voluntariado es una vocación inextinguible. Yo estoy ahí para apoyarlo”.
Incondicional
Los familiares cercanos de los voluntarios suelen brindar su apoyo incondicional, aunque no ocurre en todos los casos.
Antonio es un voluntario de la Unidad de Bomberos Nataniel Aguirre de la Policía de Cochabamba.
Cuando a él le llama el servicio, Lorena queda a cargo del hogar y sus hijos.
“No hay mejor recompensa que el saber que ayudó a detener un incendio, rescató a una persona o trasladó a un herido para salvarle la vida. Si bien yo comparto esa pasión que tiene mi esposo, también hay varias personas en la familia que lo critican y no están de acuerdo”.
Al ser el voluntariado “una pasión” no remunerada, esta familia se hace cargo de los gastos del uniforme ( saco, pantalón, casco, guantes, botas y otros implementos), la alimentación necesaria y el transporte hasta la unidad.
“Para ser voluntario hay que ser buena persona y tener un gran corazón. Y eso no tiene precio. El voluntariado es vocación, desprendimiento, y estoy segura que nadie que es voluntario espera un sueldo”.
Sin embargo, pide que las autoridades equipen las unidades de bomberos con las herramientas para acudir a una emergencia.
“Ellos sacrifican horas de estar en familia, horas de sueño y en caso de emergencia hasta dejan el trabajo. Yo no pido un salario para mi esposo, pero si que ese trabajo silencioso sea reconocido, en vida”.
Existen momentos difíciles y “desesperantes”, Lorena narra que en el incendio de una fábrica de sombreros él resultó intoxicado, fue evacuado e internado en un hospital.
1 familia de luto
La familia de Ernesto Fanor Nina Mamani, voluntario de GEOS que murió el 30 de septiembre, está de luto. Su madre recuerda el gran valor que tenía su hijo para entregar su tiempo y esfuerzos por ayudar a sofocar incendios.
Para dar tranquilidad a su familia, él trata de mantener contacto y responder los mensajes de su esposa indicándole en qué zona está. Ella lo espera despierta hasta la madrugada.
Cada vez que Antonio sale de su casa, su esposa sabe que existen riesgos, desde la posibilidad de un accidente, el contraer alguna enfermedad al estar en contacto con los pacientes que atiende o hasta “no llegar a casa con vida”.
Los bomberos voluntarios no tienen seguro de salud.
“Dios quiera que nunca ocurra algo porque tendríamos que ser la familia quien tenga que cubrir los gastos”.
Ella no esconde su temor. Siente miedo cuando él acude a apagar incendios o cualquier otra emergencia.
“Siempre le pido a Dios que lo traiga de retorno sano y salvo. Es difícil despedirlo y que no se venga a tu mente que podría ser su última salida de casa. Temo que un día suene mi celular o toquen mi puerta dándome esa noticia que nadie quiere escuchar”.
MAMÁS
Las lágrimas son de emoción, orgullo y de satisfacción. La maestra Gladys Callahuara es mamá de Emilen Chavarría, fundadora y voluntaria de GEOS. “Yo apoyo a mi hija desde el primer minuto. Me he vuelto una voluntaria pasiva”.
Se preocupa, se inquieta, pero le da todo el respaldo a Emilen para que continúe con la labor del voluntariado.
Lo que nadie quiere escuchar
“Siempre le pido a Dios que lo traiga de retorno sano y salvo. Es difícil despedirlo y que no venga a tu mente que podría ser su última salida de casa. Temo que un día suene mi celular o toquen mi puerta dándome esa noticia que nadie quiere escuchar”. Esposa de un bombero
“Hay esa preocupación de mamá, de no poder dormir tranquila cuando va a los incendios. Pero, también hay fortaleza de que hace algo bueno para la ciudad. Como mamá, estoy fortalecida, y no escatimo esfuerzos para darle apoyo incluso económico”.
Las convocatorias ante emergencias son siempre un sinónimo de susceptibilidad. Callahuara está consciente de que si su hija sufre algún accidente durante su servicio, su familia deberá correr con cualquier gasto. Sin embargo, algunos voluntarios y sus familias tomaron la previsión de, en la medida de sus posibilidades, pagar un seguro anualmente.
Esta mamá se conmueve al recordar la muerte de Ernesto Nina, voluntario de GEOS quien cayó y su cuerpo fue encontrado sin vida durante el incendio del Tunari. Expresa su admiración y gran respaldo por la familia del joven.
“Ellos también le apoyaban. Han aceptado la situación, ese dolor sin echarle la culpa a nadie. Es la primera situación que nos ha calado tan hondo”.
Su hija, Emilen, no ha tenido accidentes. Pero, su madre tiene el cuidado de llevarla controles médicos, junto a otros de sus compañeros, luego de que atienden incendios graves, “para que les revisen los pulmones”.
Callahuara hace todos los esfuerzos y no los cuantifica.
“Si mi hija me llama y me dice que está con una brigada, yo preparo sandwiches, o agarro una olla y cocino”.
Incluso es el respaldo en préstamos para GEOS.
“Estoy apoyándoles, tienen una ambulancia, y hay un préstamo bancario, yo soy garante”.
En sus expresiones hay emoción, y dice que su hija es su “predilecta” y su fortaleza. Pero, temor siempre existe.
“Yo siempre estoy con el Jesús en la boca, pero le impulso. Siempre pido a Dios por ella, tengo esa energía positiva, sé que va a estar cuidada”.
Otra madre y soporte es Teresa Zapata. Es mamá de Bernardo Aranibar, y también tiene un nieto voluntario que se enfrenta al fuego en caso de incendios forestales o estructurales.
Aunque ella no participó directamente en un combate contra el fuego, vio de cerca el trabajo de sus familiares. Recuerda un incendio de una fábrica de lanas en la avenida Blanco Galindo.
“Era un incendio fuerte. Nos apercibimos y llevamos agua, leche, barbijos, todo para los voluntarios. Era de noche, es algo impresionante, impresionante”.
Los incendios forestales recientes también convocaron la presencia de los bomberos voluntarios.
“Es mucha responsabilidad. Uno de mis nietos fue al incendio de Santa Cruz (Chuquitanía) y regresó con una quemadura en el cuello. Pero ya está sanando”.
Zapata es miembro del grupo denominado Damas Sar. Organizada con otras mujeres, ella es parte importante del soporte necesario para el funcionamiento del grupo Sar Bolivia.
Ve el respaldo que realizan como un deber y una misión. Son mujeres que se organizaron hace más de 27 años y parte del soporte del grupo Sar Bolivia.
En las actualidad, las integrantes activas son 16.
Se reúnen una vez al mes. No tienen sede y se turnan en las casas de cada una de las mujeres de este grupo. “Somos personas mayores, tenemos otras obligaciones, pero nos organizamos para ver qué es lo que les falta a los muchachos”.
Los incendios recientes han requerido de la participación activa de los voluntarios y esto derivó en el desgaste de su ropa. “Han arruinado su uniforme de bomberos, y debemos recaudar fondos para eso”.
El apoyo que brindan las Damas Sar incluye recursos económicos. Cada una aporta entre 90 y 100 bolivianos mensuales, y esos fondos son entregados en febrero, durante el aniversario del Sar Bolivia, a los voluntarios.
“Ahora, estamos haciendo unas rifas para gastos extras, para la ropa que necesitan”.
No todas son familiares de los voluntarios. Varias Damas Sar son parte de este grupo por otros temas. Zapata relata que una de las mujeres les apoya, y además “sin fallar”, desde que fue socorrida por voluntarios del Sar.
“Es una señora que se incorporó hace unos siete años. Una vez tuvo un accidente en la calle Lanza, no había quién la levante ni nada, y alguien llamó al Sar. Ella no conocía al grupo; luego de verse socorrida por ellos, se incorporó”.
Estas mujeres, además del respaldo que ofrecen, se capacitan en primeros auxilios. “Y siempre estamos pendientes del ellos”.
Se sensibilizan con el grupo, y si ven necesidades, hasta cuando algún voluntario nuevo no puede adquirir su uniforme, ellas se hacen cargo.