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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Descubrimiento y civilización

Descubrimiento y civilización

Acabo de leer en la Gran Historia Universal Larousse que la Modernidad fue fundada por los descubrimientos de la ciencia en el siglo 17, como el de Galileo, Newton y Descartes, y en los instrumentos de óptica, como la invención del anteojo, el microscopio y el barómetro. Esta afirmación ratifica el ninguneo de los grandes intelectuales de Occidente al encuentro de Colón con el Nuevo Mundo, que fundó la Colonia.

Adam Smith, creador del Liberalismo, le dio otra connotación al llamado descubrimiento y alabó la inundación de monedas de plata de Potosí, que provocaron la primera inflación mundial y también la pésima administración de esta riqueza por España, que al final ocasionó su decadencia y el crecimiento de Europa, pues con ese dinero montaron ejércitos que ampliaron la Colonia a todo el planeta.

Lo mismo Kant, que Hegel, Renan, Le Bon o Tocqueville no mencionan ese hecho estructural que financió la construcción del capitalismo junto a muchos alimentos, recursos naturales y humanos de las colonias, como no mencionan la civilización de la papa en el Norte frío europeo, que sustituyó a la civilización del trigo, cuyo centro fue el Mar Mediterráneo y los países limítrofes: Egipto, Grecia, Medio Oriente, Roma, España y el norte de África. Pero esto ocurrió casi tres siglos después de Colón, en la Ilustración o Siglo de las Luces, el mayor esplendor de una civilización sustentado en dos hechos estructurales: el hallazgo de Colón y la radicación de cultivos de papa en el Norte frío. Dicen que Walter Raleigh (otros que un galeón español) llevó las primeras semillas de papa a Irlanda en 1588. La papa había desarrollado en Irlanda; sus mujeres eran chaposas, gorditas, con la dentadura completa y de buen humor, mientras las prostitutas de Londres eran flacas, famélicas, desdentadas y viejas. Esto porque aquéllas comían papa y estas pan. Dos soberanos destruyeron molinos para obligar a los campesinos a sembrar papa; no querían hacerlo aduciendo que la papa era fea, cubierta de barro y crecía en el subsuelo.

La Iglesia Ortodoxa rusa la había declarado hechura del demonio ¡porque no figuraba en el Génesis!, lo mismo que el tomate y otros productos americanos. Pronto la papa se volvió el primer cultivo en el Norte frío, nacieron nuevas potencias como Inglaterra, Francia, Alemania, Holanda, Escandinavia y Rusia y el Mar Mediterráneo quedó en el olvido. Esto no lo aceptan los grandes intelectuales de Occidente y, al parecer, lo ratifica Larousse en su Gran Historia Universal.

RAMÓN ROCHA MONROY

Escritor, abogado y  "Cronista de la Ciudad"

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