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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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Dejarnos para volver a ser

Dejarnos para volver a ser
Los docentes de la carrera de Comunicación Social (mi hermosa carrera) suelen pedir a los estudiantes de primer año entrevistar a un periodista, como parte de sus primeros pasos en la reportería. Y sí, muchas veces tengo el honor de ser elegida por ellos para este primer trabajo universitario.

Casi siempre son las mismas preguntas: "¿Cómo inició su carrera? ¿Qué opina del periodismo en el país? ¿Cómo calificaría el periodismo televisivo? ¿Qué consejo le daría a los que recién inician la carrera? ¿Cual es la fórmula para el buen periodismo?", entra otras que siempre traen bien redactadas y anotadas, los futuros colegas.

Aunque ya tengo experiencia en la tarea y hasta puedo guiar a algunos jóvenes entusiastas, la última vez que me entrevistaron descubrí gratamente el talento nato de algunos principiantes. Algunos inquietos jóvenes, con olfato periodístico que suelen destacarse desde la presentación. 

Los cuatro jóvenes que llegaron a mi trabajo no solo cumplieron con las preguntas clásicas, sino también apuntaron a conocer a la persona detrás de la periodista y, en cuestión de segundos, me desarmaron.

"¿Cómo y dónde se ve en cinco años ?", leyeron. Aunque traté de mantener el ritmo de la entrevista, no pude responder como hubiera querido. Sentí que la pregunta no estaba dirigida al “quehacer”, sino al “ser”. Atiné a decir el clásico: "En cinco años más, estaré feliz con una hermosa familia".

Tras que los estudiantes abandonaron mi oficina, me replanteé la pregunta: ¿Cómo será la versión mía en cinco años? Dónde y cómo estaría en cinco años, era algo que no me había planteado imaginar, pese a considerarme la mujer mas previsora del mundo.

"Sé adonde voy y sé lo que quiero, estoy trabajando para ello", repetía mentalmente, aunque no podía aún tener una sola idea clara en la cabeza. Cuesta mucho decir en voz alta tu plan de vida  y cuesta planteártelo a diario para no perder el norte.

La genialidad de estos cuatro jóvenes (varones todos) me obligó a introducir un nuevo hábito en mi rutina, decidí escribir en mi agenda cada mes cómo avanzo en mi crecimiento personal para lograr ser como me he propuesto “ser” en cinco años.

También, después de esa entrevista, planifiqué mis cinco años futuros y anoté todo en un papel, pero  la vida se encargó de cambiar todos esos planes, solo unos meses mas tarde. De la manera más extraña, me impuso un nuevo desafío y me retó descaradamente a poner en práctica talentos que tenía ocultos. Ahora estoy más segura que nunca que las situaciones más raras, complicadas y hasta dolorosas son las que más drásticamente nos obligan a reinventarnos.

Hay un punto en la vida en que uno mismo llega a incomodarse con la comodidad, y aunque lo sentimos y percibimos, preferimos ignorarlo, creyéndonos capaces de engañarnos a nosotros mismos. Casi siempre perdemos ese tonto juego y termina la vida mostrándonos que es necesario incomodarnos, apretarnos, golpearnos y hasta dejarnos, para volver a sentir la paz de una nueva y mejorada comodidad.

¡Vaya que somos afortunados! Poder reinventarnos hasta lograr  nuestra mejor versión, una y otra vez, es un privilegio. ¿Vos ya sabes quién quieres llegar a ser?