Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 13:31

Cuidado con el estrés en la mediana edad: podría derivar en la demencia

Cuidado con el estrés en la mediana edad: podría derivar en la demencia

La ansiedad provocada por el estrés durante la mediana edad podría ser una señal de demencia inminente, según un nuevo análisis científico, informó HealthDay News.


Aunque millones de personas en el mundo sufren de ansiedad entre moderada y severa, no está claro de qué modo está vinculada con la demencia o si el tratamiento podría acabar con el riesgo, apuntan investigadores británicos.

"Investigamos los niveles de ansiedad que son lo suficientemente significativos para que se realice un diagnóstico clínico de ansiedad, en lugar de simplemente mostrar algunos síntomas de ansiedad", dijo la investigadora principal, Natalie Marchant, profesora asistente en la división de psiquiatría del Colegio Universitario de Londres.

Para buscar una posible conexión entre la ansiedad y la demencia, el equipo de Marchant recopiló datos de estudios publicados previamente que incluían un total de casi 30,000 personas. El punto débil de este tipo de estudio, que se conoce como metaanálisis, es que no puede dar cuenta de la calidad de los estudios incluidos, o de la fuerza de los patrones comunes que encuentran los investigadores.

Aunque se desconoce la razón de la posible asociación entre la ansiedad y la demencia, y este estudio no demostró que una cosa fuera la causa de la otra, Marchant cree que es posible que haya una explicación biológica.
"La ansiedad está asociada con una respuesta anómala al estrés a nivel biológico", dijo. "Y existe un interés cada vez mayor en la influencia del estrés y la inflamación en las células cerebrales en el desarrollo de la demencia".

Una respuesta anómala al estrés podría acelerar el envejecimiento celular y la descomposición de las células cerebrales del sistema nervioso central, y por tanto aumentar la vulnerabilidad a la demencia, sugirieron los autores del estudio.

Aunque podría ocurrir que la ansiedad lleve a las personas a realizar conductas no saludables, los estudios que examinaron los investigadores tuvieron en cuenta los factores del estilo de vida, como fumar y consumir alcohol, así que estos factores probablemente no expliquen la relación, añadió Merchant.

"Dado el intervalo de mucho tiempo entre la evaluación de la ansiedad y el diagnóstico de demencia (un promedio de más de 10 años), los hallazgos de nuestra revisión indican que la ansiedad entre moderada y severa podría ser un factor de riesgo potencialmente modificable de demencia", explicó.

Si la ansiedad es un factor de riesgo de demencia, esto tiene implicaciones a la hora de poder identificar mejor a las personas en riesgo e intervenir pronto para reducir el riesgo, planteó Marchant.
Pero no está claro si el tratamiento podría reducir este riesgo o si las terapias no farmacológicas (como el mindfulness o la meditación), que se sabe que reducen la ansiedad, podrían ayudar.

"Ya existen terapias para reducir la ansiedad, por ejemplo la psicoterapia y el mindfulness, así que el próximo paso es estudiar si estas terapias podrían reducir también el riesgo de demencia", dijo Merchant.
Sigue habiendo muchas cosas que no sabemos sobre la relación entre la ansiedad y la depresión y la demencia, apuntó Keith Fargo, director de programas científicos y de alcance de la Asociación del Alzheimer (Alzheimer´s Association).

"Hay un vínculo muy conocido entre la depresión como factor de riesgo de la demencia", dijo Fargo. Aunque la depresión podría ser una causa de la demencia, indicó, es igual de probable que sea una señal temprana de demencia.
Fargo se mostró de acuerdo en que no se sabe si tratar la ansiedad o la depresión con medicamentos o terapias no farmacológicas podría ralentizar o prevenir la demencia.

Pero tratar la depresión o la ansiedad sigue siendo una buena idea, dijo. "Sin duda hay pocos inconvenientes de tratar la ansiedad y la depresión, y hay muchas posibles ventajas", señaló. El informe aparece en la edición en línea del 30 de abril de la revista BMJ Open.