Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
  • Actualizado 18:15

Crisis en refugios de animales, otra consecuencia de la pandemia en la Llajta

Las actividades de los centros de mascotas se encuentran afectadas por la COVID-19. Los voluntarios buscan alternativas para seguir ayudando. 

El refugio de animales Proyecto Franciskanitos rescata animales abandonados y víctimas de violencia.
El refugio de animales Proyecto Franciskanitos rescata animales abandonados y víctimas de violencia.
Crisis en refugios de animales, otra consecuencia de la pandemia en la Llajta

La adaptabilidad al cambio y la búsqueda de soluciones alternativas, se han convertido en habilidades fundamentales para los animalistas cochabambinos en época de COVID-19. Las dificultades han invadido todos los espacios de su calendario habitual. “Estamos prácticamente en emergencia”, asegura Tatiana Mendoza, fundadora del refugio de animales Patitas Descalzas. Preocupada, informa que las actividades de recaudación de fondos, las campañas de adopción y los rescates se han visto afectados desde que empezó la cuarentena.

Hazel Cardona, voluntaria del Proyecto Franciskanitos, informa que actualmente hay tres factores restrictivos para el trabajo de los animalistas: la restricción de circulación, el aumento de casos y la reducción de fondos económicos. Antes de la cuarentena, la organización realizaba entre 10 a 15 rescates semanales, pero actualmente se ve obligada a priorizar los casos extremos (víctimas de violencia o aquellos que necesitan atención veterinaria urgente). Estos casos han incrementado, lo que constituye un factor determinante para más de 30 asociaciones animalistas, explica la voluntaria.

“Todos los refugios en Cochabamba han colapsado su capacidad de atención y de subvención. Estamos en una situación bastante compleja, nos ha tocado asumir una responsabilidad que es de la sociedad y de las autoridades”, expresa Cardona. Además menciona su preocupación por el incremento de los casos de abandono de mascotas que, desde su perspectiva, este fenómeno es producto de un cúmulo de factores, entre los que menciona la desinformación al inicio de la cuarentena, causada por comunicados que señalaban que los perros podrían ser portadores de coronavirus. Además, las reacciones ante la crisis económica, como mudanzas a espacios donde no se admiten mascotas y la falta de recursos para la tenencia de animales. También se presentaron casos donde el dueño de la mascota era una persona de la tercera edad que falleció por el virus causante de los cambios en el mundo.

CON RESTRICCIÓN Y SIN DINERO

Cardona continúa relatando su experiencia en los últimos meses. Comenta que la restricción de circulación ha impedido el óptimo funcionamiento de los recintos, es por esto que alrededor de 25 organizaciones se agruparon en la búsqueda de autorizaciones de circulación, sin embargo, sus peticiones no fueron atendidas. El Ministerio de Salud emitió un permiso para emergencias veterinarias; a pesar de ello, Cardona afirma que existió una disonancia al momento de identificar las urgencias, y que los policías no entienden los procedimientos de los rescatistas. Ante ello, los voluntarios tuvieron que encontrar alternativas para continuar su labor.

La mayoría de los refugios de animales se sostienen a través de la venta de comestibles o artículos para mascotas. Antes de la pandemia, se realizaban ferias, eventos y días de ventas al aire libre para recaudar fondos. A pesar de los esfuerzos por migrar las ventas a la modalidad virtual (mediante marketplace y haciendo deliverys por zonas), los ingresos son mucho menores. Otro factor está relacionado a que las personas ya no tienen las condiciones económicas para donar como antes.

Como respuesta a esto, el Proyecto Franciskanitos busca solventarse a través de los aportes que algunos voluntarios pueden realizar. Sin embargo, Cardona asegura que los ingresos no son suficientes, ya que más del 50% de los voluntarios están desempleados por la situación que atraviesa el país, y los gastos mensuales del refugio son elevados.

Una de las ferias que se realizaba para recaudar fondos antes de la pandemia.

La carencia económica minimiza el impacto de los rescates, no existen los recursos para sacar a más animales de la calle, ahora el enfoque está en brindar una atención óptima a los que están en los refugios. “Por lo menos hasta fin de año, nuestra única proyección es sobrevivir y que esto siga adelante”, dice la voluntaria con un tono melancólico.

La situación de los refugios de canes es crítica. En contraste tenemos a Neko, una organización a favor de los gatos que ha llevado la cuarentena sin grandes dificultades. Su modalidad de hogares temporales hace que no tengan la necesidad de movilizarse para alimentar a las mascotas. Cuentan con personas aficionadas a los gatos que brindan ayuda mediante donaciones, especialmente para los gastos veterinarios, cuenta la encargada del refugio, Anabella López.

Comenta que su filosofía consiste en involucrar a las personas a través de guías telefónicas, convirtiéndolas en personajes activos en los procesos de rescates. Con una sonrisa menciona su óptima inserción a las plataformas digitales y la efectividad de su activismo dentro de estas. Un factor importante para su estabilidad fue que lograron realizar su evento más grande, la feria Neko Fest (donde tiendas ofrecen una variedad de artículos con motivos de gatos), antes de que empiece la cuarentena. López ve con preocupación la situación que atraviesan los refugios de canes, y agradece que la situación no haya afectado de manera determinante a su organización.

Mientras tanto, en búsqueda de oportunidades entre el caos, la voluntaria del Proyecto Franciskanitos, comunica que el tiempo dentro de casa se puede aprovechar trabajando entre organizaciones, en pro de fortalecer la parte legal, y la introducción de los activistas en el proceso de la reglamentación de la tenencia responsable de mascotas. “Ya hemos tenido harto trabajo de campo, y yo creo que hay que aprovechar esta temporada para hacer trabajo de oficina”, dice y explica que el objetivo es llegar a acuerdos con alcaldías y gobernaciones, y trabajar de manera conjunta en políticas que apoyen a la búsqueda de los rescatistas.

“Es un poquito desalentador, pero lo único que realmente nos tiene ahí trabajando es la gratitud que ves en los ojitos de los animales, cuando ayudas a que su vida sea diferente, es lo mejor que hay en la vida”, expresa.

López y Cardona resaltan la importancia de la creación de una conciencia colectiva en el entorno. Ambas están en el medio durante años, y creen que la educación con respecto al tema se encuentra en un lugar abandonado. Apuntan a un ideal donde se concientice a la población cochabambina sobre los derechos de los animales, la tenencia responsable de mascotas y fomentar la adopción de los que están en situación de calle.

Las voluntarias entrevistadas coinciden en la idea de que todos pueden ayudar desde donde estén y con lo que puedan. Compartiendo artículos de concientización, promoviendo la adopción de mascotas o comprando objetos ofertados por los recintos, "hay distintas maneras de hacer voluntariado", asegura Cardona. Ellas son un ejemplo de las personas que se encuentran en un constante esfuerzo solitario, movido únicamente por su vocación de servicio. 

Todos los refugios en Cochabamba han colapsado su capacidad de atención y subvención. Estamos en una situación bastante compleja, nos ha tocado asumir una responsabilidad que es de la sociedad y de las autoridades”, dice Hazel Cardona, voluntaria del Proyecto Franciskanitos.